Es que
solo los escucho hablar, opinar y comentar, todo el tiempo, en todos lados. Ya
los siento como un constante murmullo. ¿De verdad quieren debatirlo o solo les
gusta escuchar su propia voz? Déjame contarte porque no me causa gracia,
porque no me rio de ese tipo de humor, porque me tomo las cosas tan en serio
cuando se trata de esto.
¿Por dónde
empezar? ¿Cuánto sabes? Porque yo visite la Ex ESMA, ¿te suena?, fue uno de los
principales centros clandestinos de la última dictadura. Camine por los mismos
senderos que fueron el último día de vida de miles de argentinos. Estuve ahí,
en las habitaciones donde dormían los militares y en el piso del altillo donde
tenían a los secuestrados. Vi en la habitación que hacían parir a las mujeres,
era literalmente de cuatro por cuatro, apenas entraba una camilla ahí, en el
suelo estaba escrito "¿Cómo alguien puede nacer acá?". Caminamos por
el lugar donde los torturaban, y mi profesora, que iba a paso lento atrás de
todos nosotros, contenía el aliento preguntándose si ahí es donde habían tenido
a su hermana, a la que se llevaron y nunca más volvió a ver hace treinta y ocho
años. Estuve ahí, dónde nos mostraron el lugar donde mataron a una estudiante
de nuestro colegio, a una chica que estudiaba en el mismo edificio donde yo,
pero a ella, nunca le permitieron terminar el secundario. Te preguntas por qué
no me puedo reír de sus chistes de los nietos encontrados y de las abuelas de
Mayo, te digo, simplemente, que no puedo.
Me hablan
de Las Malvinas, y yo ya lo sé, fui como cinco veces a recorrer el museo,
conozco sus coordenadas, conozco la fauna y la flora, conozco su historia, como
es su tierra, como es su relieve, conozco que es lo que se gana, que es lo que
perdemos, por qué es lo que luchamos. Fui a esa habitación oscura, entre
cortinas, que tiene una pantalla dónde te muestra el cementerio que está allá,
el cementerio con tumbas sin nombres, con cuerpos nunca identificados, el
cementerio de las familias perdidas. Nosotros nos sentamos a tomar mates con ex
combatientes de la guerra, yo vi al portero que me habría la puerta del colegio
todos los días con una sonrisa, desmoronándose en frente de chicos de 16 o 17
años mientras contaba llorando como su propio coronel lo había intentado matar
a los tiros. Yo los escuche riéndose, mientras se contaban como una vieja
anécdota sobre ese día frío en las islas dónde los ingleses los hicieron cagar
con un arma apuntándoles la cabeza. Yo los vi, yo los conozco. Yo vi todas esas
caras de las que todos se olvidaron pero siguen proclamando "que las islas
son argentinas", y yo me pregunto, de todo esto, ¿eso es lo que más les
importa? No quiero escucharte, porque vos nunca los escuchaste a ellos.
Y ustedes,
que se burlan del feminismo, que dicen que somos unas exageradas. Opinan, sobre
el aborto, que está bien, que está mal, si hay que depilarse o no, si hay que
mostrar las tetas o no. No están prestando atención, no ven lo que
verdaderamente importa. ¿Quéres hablarme sobre moral, sobre ética? Ya va a haber
tiempo para eso, escúchame, escucha las estadísticas. En Argentina, nacen más
de tres mil bebés por año que son hijos de menores. Un 81% son nenas de entre
10 y 14 años, donde más de la mitad son por abuso sexual. Chicas que no tienen
idea de lo que es la educación sexual, que no pisaron una escuela en su vida,
que quizás no tengan ni para comer, que no saben. Sé que es impensado para
ustedes, sé que es otra realidad que les cuesta entender, que "si son
grandes para coger entonces pueden serlo para ser madres", sé que hablan
desde la ignorancia o peor, que tienen cero empatia. Pero si no lo vas a
entender, no hables. Que vos no quieras, no significa que va a dejar de pasar,
sino que mujeres y nenas van a dejar de morir en habitaciones inhóspitas por no
poder pagar un aborto un poco más seguro (porque nadie quiere hacerlo, porque a
nadie le gusta someterse a esa puta operación). Si no lo entendes, si no te
informas, te pido que no trates de callarnos. Porque yo lo sé, lo conozco, lo
vi, lo escucho, lo estudie. Hice un trabajo de "Deconstrucción de la
desigualdad de género", la estudiamos desde lo más mínimo, como las
actitudes dentro de las familias, dentro de las instituciones, en la sociedad,
la trata de blancas, los femicidios, las marchas, las luchas, me informe sobre
todo e inclusive así, intento no opinar porque sé que hay un montón que no sé,
sé que no lo viví todo y sé que no puedo opinar sobre la vida de los demás.
Debaten
sobre la pena de muerte, sobre que hay que matarlos a todos, que es la única
solución, que ellos tienen la culpa por salir a robar e intentar matar a
alguien por un celular. ¿En serio? Me tomo dos putas clases, solo cuatro horas
de Sociedad y Estado para entender la complejidad del maldito sistema que los
discrimina y excluye hasta el punto dónde los marginados viven en una realidad
totalmente paralela que si no salen a robar, no comen. Entiendo que les cueste
muchísimo entender porque después de tanto trabajo te terminaron sacando el
celular, o la billetera. Me robaron un montón de veces, me golpearon, me
sacaron todo, me asustaron, a mí también, yo ya lo conozco. Pero igual, no
pueden darse cuenta que el sistema de mierda en el que vivimos nos hace poner
unos contra los otros cuando el problema viene desde mucho más arriba, el
núcleo de toda esta inseguridad no son los "negritos de mierda" sino
este país que no le da posibilidades de prosperar a nadie, ni a ellos, ni a
vos, ni a mí. Quiere que estemos todos por debajo, que tengamos miedo de los
ladrones de la villa cuando son ellos los que nos están sacando todo. Me
sorprende que no puedan verlo, que culpen al nene que a los cinco años ya
fumaba marihuana, que nunca recibió educación, ni cariño de ninguna parte, que
nunca tuvo una chocolatada caliente a la mañana, que lo culpen a él de todo lo
que está mal en el país. No opinen solamente desde su lugar, nuestra realidad
no es la única que existe.
Ahí está
todo, pero yo no voy a perder el tiempo discutiendo con cabezas cerradas sobre
lo creo o no que está bien, porque la vida está allá afuera y el cambio también.