Estas horas que paso sola,
encerrada en mi casa
(en mi cabeza),
siento que todo esto es tiempo perdido.
Es tiempo que podría pasármelo acariciándote,
pero no,
estoy acá escribiéndote
y no es lo mismo.
Mi té de desayuno
ya no tiene el mismo sabor,
si lo tomo en la soledad de mi mesa
y no viene acompañado
de un beso tuyo.
Leí que en el momento
que uno verdaderamente se conoce a sí mismo
es cuando no depende
de hablar con otra persona todo el tiempo
y no necesita dormir acompañado.
¡Que ganas de ser suficiente para mí!
pero los días eran más soleados
cuando me despertaba en tus brazos.
Y pensándolo bien,
tampoco tengo muchas ganas de conocerme
a mí misma,
no me soporto.
Volver a ser yo,
cuando no me importa nada ni nadie,
es ser libre
pero también es ser una persona muy diferente
a quién soy ahora.
Es dejar ir esta finita vida que formamos
juntos
para comenzar otra.
Otra vida
donde no tenga a mi voz interior diciéndome
"hablale,
llamalo y háblale por cinco minutos,
nadie se va a enterar,
no va a pasar nada",
donde no necesite saber si estas en línea,
donde los buenos días puedan empezar en otro lugar
que no sea tu cama.
Lo que escribo ya no tiene forma
porque así me siento,
indefinida
sin determinaciones.
Ya quiero dejar de extrañarte,
dejar de sentir
este dolor en el pecho
que no me deja seguir adelante.
Ojala que vos
también puedas curarte
y no volver a mí,
ser tu mejor versión
lejos de gente tóxica
(como yo)
Y brillar
como solo vos sabes hacer
con tu alma pura
y tu sonrisa.
Nos deseo lo mejor a los dos,
porque todo pasa,
y eso siempre lo supe.
(Aunque este limbo en el vacío
donde me encuentro ahora
parece interminable)