domingo, 28 de febrero de 2021

veintiocho de febrero, 21

 Envidio a los creadores de los newsletter que leo porque pueden escribir todas las semanas, generar algo real, un texto compacto que resume lo que los estuvo obsesionando esos últimos días.

Desde que descubrí a Diego Geddes con su Diario de la Procrastinación siento que todo puede ser interesante si sabes describirlo desde una perspectiva más poética, él dice "recuerden que esto es una terapia, un ejercicio de escritura contra la procrastinación".

El único chico real que me interesa por el momento me recomendó ir a terapia, él estudia psicología. Yo estudio ciencias ambientales y le recomendé fumar porro. Por nuestro lado ya superamos el estigma que hay sobre la salud mental hace mucho, terapia parece ser lo mejor para todos. Leo me pregunto anoche "¿qué personas que conozcas crees que si van al psicólogo podrían llegar a hablar sobre vos?". Yo no sé sobre qué hablaría, todavía no tengo claro si me es fácil o extremadamente difícil comunicarme con los demás.

Para resumir mi semana voy a centrarme en los picos de mi humanidad.

Desaprobé un final que me rompió el corazón, en su nombre ya lleva la descripción de algo muy definitivo pero es paradójico entender que no es el final de nada, en dos semanas tengo otra oportunidad. Si mis logros nunca me bastaron para definirme, mucho menos tendría que permitírselo a mis fracasos.

El otro día escribí una nota en mi celular estando drogada, decía: a veces siento que estoy enamorada de las más románticas maneras de mis amigas. Cuestionable el ordenamiento de palabras en esa frase, pero ese nivel de honestidad cruda me dio fuerzas suficientes para querer publicar algo. 

¿Para qué vivir si no es por amor?