jueves, 30 de enero de 2025

Lo que se va y se queda

 Te mentí, en realidad no quiero ser poeta, quiero ser amada. Y tal vez es justo ese el deseo que me condena. Muchos quieren ser millonarios o caminar por tierras incógnitas, quieren la gloria o tener siempre la razón. Pero mi pedido es mucho más especifico, casi que inalcanzable.

Solo me queda el final de las cosas. Todo lo inconcluso y principalmente lo que nunca fue, que es mi mástil de falsa nostalgia.

Me llevo unos libros mientras lloro por los que dejo. Unas bufandas para cuando conozca la nieve y unos vestidos para caminar al lado del río ¿Qué más? ¿Qué partes llevo de mí? ¿Qué pasado elijo abandonar?

Respirando en la oscuridad, abrazándome al silencio. Tengo que escribir, es lo único que va a mantenerme viva. Es el único calor, solo me acompañan las palabras, las que me llevo y las que invento.

Algunas que pienso abandonar como subte, transferencia o monedita. Otras que pretendo abrazar: camino, sol, papá.

Pidiendo que venga a verme, rogando por una despedida. Te prometo que esta vez si los dejo ir. Una última vez.

sábado, 4 de enero de 2025

Primer paso

Miro el departamento, pero lo interesante es que me devuelve esa mirada. Esa calidez que construí día tras día, con pequeñas cosas bonitas que crearon el todo que es mi casa. Y no paro de pensar, en lo mucho que lo voy a extrañar, aunque un poco ya me esta despidiendo, es el peso de la vida, se caen la puerta de los muebles y entra humedad por el baño. Me tengo que ir, ya fue suficiente.

Anoche fumaba en el balcón, actualmente casi que mi lugar favorito en el mundo. Es solo una transición, aunque volver a caos me abruma y me entristece, es un paso, no mi destino. Me repito. Ya tendré mi días de calma, de soledad infinita, de reconstruir mi hogar.

Me mira Patti Smith desde la columna, con Virginia Woolf y los cuadros de Cometierra. La heladera llena de fotos de quienes amo, la bandera de argentina colgada detrás mío y las cartas de amor acompañándome en este sillón, por primera vez orgullosa y feliz del lugar en que vivo, donde me gustaría invitar a reír a todas mis amigas.

Ayer le dije Sayu "voy a renunciar" y me empezó a temblar la voz ¿Acaso no puedo hacer nada sin llorar? Dar declaraciones es el primer paso, el segundo es hacerlo. Y aunque parezca aterrador elegir el camino de la incertidumbre, estoy cansada de esta zona de confort que ni siquiera me es cómoda. Ya estuve demasiado tiempo en el mismo lugar, es hora de irme.

Ya lo hice una vez, cuando elegí un departamento en un barrio que jamás había pisado y firme un contrato de hacerme cargo de mi misma. ¿Para qué pensarlo tanto? Una vez que aparece la idea en mi cabeza, no queda más que cumplirla, que hacer todo lo necesario para llegar hasta ella. Después me sentaré, en este mismo sillón (pero en otra casa, en otra provincia) a escribir sobre todo lo que conseguí, sobre como lo puedo todo.

No tengo miedo, tengo sed de vida.