miércoles, 15 de junio de 2022

Culpa

 Siento su presencia sobre mí

como si pudiera distinguir

un resto de sus células en la parte superficial de mi piel,

una esencia viva

que el jabón no pudo

(no le permití)

arrebatarme.

No interfieran en nuestras escenas de libertad,

de salvajismo, de humanidad extrema.

Todo aquello que creía definido,

tan inamovible que era nuestra realidad,

la dibujamos a nuestra conveniencia,

creando nuevas leyes de anarquismo total

en ese pequeño espacio que separa nuestras bocas;

espacio vacío,

que existe tanto hasta volverse absurdo

hasta desaparecer.

Me dejo llevar como si nunca hubiera conocido la culpa,

como si nada de lo que pase

después de agarrarme de la cintura

fuera a tener consecuencia mañana

o al día siguiente

o a todos los que le siguen,

a cada uno de ellos.


¿Cómo escribir ficción después de vos? Dije.

Solo hay poesía con vos, bombón. Me dijiste.

Colgando de un hilo



En mi trabajo leo a Dorothy Parker porque Nuria me lo recomendó. Lo Moqui es nuestro mantra, nuestro arcángel, nuestra protagonista. Quizás todo este camino fue solo para llegar a ella, el personaje más especial (más importante si me lo permiten).

El libro de Dorothy tiene unas ilustraciones magnificas con un hilo rojo que une las escenas de una o tal vez muchas mujeres caóticas, como la misma autora de la que se dice que murió en un hotel a los 74 años acompañada de su mascota y un whiskey, esperando la muerte como se espera a una vieja amiga con la que hace mucho ya hicieron las paces, como si ya hubiera descubierto todos los secretos de esta vida, porque esta realidad ya le quedaba demasiado chica.

Sus cuentos minados de diálogos le devuelve a los personajes el poder del sonido, de la comunicación; el verdadero impacto de las palabras de las que no hay vuelta atrás, ese ida y vuelta entre lo que se quiere decir y lo que el otro escucha, que pocas veces coinciden. Las conversaciones que preparamos por horas en la cabeza para que después terminen disparándose hacia lugares desconocidos, por no tener en cuenta al receptor, las respuestas que salen del libreto, que nos deja sin palabras.

Las situaciones como los protagonistas casi por caer en lo absurdo pero nunca llegan a cruzar ese límite, mientras la leo me encuentro en el medio de la realidad y la locura, al borde de soltar la cordura que no se escapa gracias a ese hilo rojo (que tal vez sea la escritura, la que nos sostiene)

Interesante su relación con la bebida, de una peligrosidad que solo un alcohólico puede llegar a distinguir. Como siempre, jugando con los excesos más peligrosos: de emociones, de palabras, de whiskey, de amor.

Ayer, en un conjunto de sentimientos y comportamientos cuasi infantiles respecto a un hombre, me encontré diciéndome a mi misma "Tan ridícula que casi me convierto en un personaje de Dorothy Parker" ¿acaso no estamos todas, en algún momento, en ese lugar?