Quiero escribirte porque quiero perpetuarte.
Cuando no estamos uno sobre el otro, uno en el otro. Cuando no somos uno: Te escucho hablar, de lo que sea, quiero que me acaricies con tu voz. Acompañame, besame con tus palabras. Saboreame con la mirada, catame como si fuera uva. Juzgame, castigame y declarame el amor eterno. Haceme lo que quieras.
Quiero que me rodees con tus brazos, tus piernas. Acurrucarme en tu pecho desnudo y deshacerme. Que tu piel me absorba, que tus células se vuelvan las mías y viceversa. Quedarnos abrazados hasta volvernos uno, hasta duplicar nuestro tamaño, hasta ser impenetrables. Volvernos invencibles. Ya no es mi cuerpo, que sea directamente el nuestro (la única palabra que nos defina), Que ya no exista el frío, ni el miedo. Es más, que no exista nada. No importa. Me quedo ahí, donde soy diminuta pero me siento enorme. Inalcanzable porque estoy dentro de tu cuerpo, soy dentro tuyo, soy por vos, si respiro con tu boca, veo a través de tus pestañas. ¿Manos? ¿Pies? Hace rato que ya no hay extremidades. Somos infinitos, somos todo lo que existe. Rozamos lo absurdo, pero nos tocamos solo nosotros.
Destruime, si ya estoy rota, que seas vos, que sea por un buen motivo o por el peor de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario