miércoles, 11 de diciembre de 2024

La pesada herencia

 Soy esta. Esta sensibilidad que estalla, esta risa y estas lágrimas.

Soy los comentarios ingeniosos para hacerte reír pero también soy este llanto ahogado. Esta tristeza incontenible y este poder inmanejable.

Bebé, yo también le rezo a la luna. Y también saldría corriendo de mí si pudiera. Me escaparía, tal vez fuera más fácil si pudiera conformarme, con estar bien a veces, si tener cosas lindas fuera suficiente. Pero me da vértigo el mundo que todavía no conozco, miedo de morir sin haber visto todas las estrellas extintas.

¿Por qué no puedo ser así de fuerte? Como todo ellos, que caminan por la ciudad sin mostrar sus tormentas. ¿Es sana esta ambición que me carcome? ¿Qué no me permite disfrutar de mi día a día? Mi virtud es ese castigo, de correr bulliciosamente detrás y siempre detrás de los sueños de silencio, exigiéndoles que se queden conmigo, que se fusionen con mi garganta, que me vuelvan la persona que quiero ser. Pero soy incansablemente yo.

Todo lo que consumo parece irreal, el miedo de convertirme en una inteligencia artificial. La pesadilla de que nada vuelva a ser autentico y de ahí viene el irme corriendo hacia la naturaleza. Perderme en el bosque y nadar en las montañas, que no puedan alcanzarme.

Lo único que no cesa es el vacío. El resto todo termina, es finito como la humanidad. 

Creo que somos los últimos románticos, vos y yo, pa, tomando vino en búsqueda de sentir algo real. En conmemoración de los amigos que amamos, de las guerras que no peleamos y de las mujeres que nunca pudimos besar. Ser Benitez es esto.

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