domingo, 4 de mayo de 2025

Caída libre


 

Me duele el cuerpo como si hubiera sido aplastada por todo el abandono, como si tu ausencia no fuera el agujero negro que suponía sino, más bien, la gravedad de las infinitas galaxias colapsando acá, justo acá, en el medio de mi pecho, en la sangre de mi boca.

Por qué si yo, después de tantos saltos al vacío, decido resguardarme, soy egoísta. Pero vos, evitando el dolor de quererme ¿sos una revolucionaria?

¿Cómo puedo luchar, si estoy muerta? ¿Cómo salvarnos, si ya no existo? ¿No te contaron de lo peligroso que era andar por la ciudad con el corazón en la mirada y el alma partida en cada brazo?

Mi última suplica: no te despidas jurándome el final, repitiendo sin parar, para que entienda, para que me quede claro que no voy a ser tu persona, que no soy la elegida, no soy la excepción; no me hagas la escena de un adiós definitivo para volver al día siguiente a decir que me extrañas. Si sabias que me tomaba tus palabras como huérfana frente a una copa de vino, como verdad absoluta. ¿Cuánto más puedo alejarme? Si estoy a un paso del olvido.

Amor, mírame a mí, no a este precipicio que nos sucede. ¿Si o no? Porque llevo un rato cayendo, me pedís que te espere pero me desarmo con el viento, me despellejan estas piedras, me muero de sed ¿Dónde estás?

Me pregunto si quedará como el último bastión de recuerdo solo la desilusión de tus ojos, por la eternidad entera. 

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