Me preguntó
si alguna vez voy a ser esa eterna afortunada que pueda besarlo, y si en ese
momento, no me resultaría increíblemente familiar.
Si alguna
vez estuviera a su lado, ¿Cómo lo sabría? ¿Cómo podría distinguir la realidad
de mis incontables sueños? ¿Cómo podría hacer mi cerebro, para comprender que
eso está actualmente pasando y que no es otra escena inventada por mi
subconsciente?
Por mucho
tiempo he estudiado sus movimientos, sus acciones y reacciones, el
desplazamiento de sus extremidades a partir de cada situación. He mirado sus
labios por horas. Imposible calcular las veces que me perdí en sus ojos. Cada
característica de su rostro, cada singularidad en sus expresiones faciales,
cada variación en su voz, las conozco.
Y después de
tantas veces soñar con el contacto de nuestros labios, con la locura de
nuestras bocas, con nuestra insaciable sed de cariño. Después de tanto tiempo pensándolo,
¿Cómo no confundir la verdad con el anhelo?
Si alguna
vez tengo la suerte de estar a su lado, no quiero un beso.
Miles de
personas alrededor del mundo están besando en este momento a otra que no
conocen, quizás no saben su nombre, probablemente nunca van a conocerse sus
propias voces, y sin embargo, sí están compartiendo saliva. ¿No es
increíblemente decepcionante? Un beso no significa nada. Generalizando la
opinión de la sociedad. No la mía, no la de los románticos. Sino la de la
mayoría de la población. Unir bocas y acariciar lenguas ya no es un hecho
novelístico y virtuoso. Ahora es simplemente es un acto de lujaría en el
momento, no significa nada, no trasmite ningún sentimiento.
Mi única
intención al desearlo como persona, es un abrazo. Porque uno no puede imaginar
lo que éste simboliza. Porque ningún cerebro humano puede entender lo que este
hecho emite y permite traspasar. Me parece la representación más clara de lo
que es compartir, de lo que es la confianza con otra persona. Contagiarnos los
miedos, contagiarnos la felicidad. Porque encierra muchos sentimientos. Porque
no me puedo dar una idea de lo que sería sentir su calor corporal junto al mío.
Porque se me es imposible percibir lo mucho que te quiere alguien que te
protege entre sus brazos.
No quiero un
beso, quiero sentarme a escucharlo por horas sobre todo lo que pasa por su
cabeza, que me cuente sus más grandes temores y sus placeres culpables. Quiero
saber de quién estaba enamorado en primaria y cuál es su película favorita.
Quiero que me hable de su familia y sus mejores amigos. Quiero que me cuente
todo lo que nunca se animo a decir en voz alta. Quiero conocerlo, saber si
prefiere la comida dulce o salada. Quiero que me hable sobre lo que cree, lo
que lo frustra. Sobre sus amores, sus pasiones, sus gustos.
Podría
escucharlo por años sin cansarme.
Necesito
saber cómo se siente que confíe en mí. Que me ame como yo lo amo. No deseo, no
lujaría, no gustar. Amor, puro.
28.05.15 m.h
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