Otro día acá sentada, tratando de conocerme un poquito más.
Empecé a ver como la sociedad nos limita y nos condiciona con los mandatos que naturalizamos e intentamos cumplir para pasar desapercibidos. Comencé a deconstruir todo eso, analizando todas las partes, me doy cuenta de que muchas de esas cosas, van en contra de mi esencia, y quizás es por eso que a mí no me funciona. Por eso yo, y probablemente casi todos, nos sentimos tan incómodos con todo lo que nos rodea. Por eso sentimos que no pertenecemos, porque, tal vez, esa es la realidad.
Ahora me cuesta entender la monogamia, hasta me duele pensar que tengo que entregarme a ella por el resto de mi vida. ¿Cómo lo hago? Si el amor está en todas partes y en distintas formas. Yo amo a mi familia, a mis perros. Amo el arte y la naturaleza. Amo la lluvia y el té verde. ¿Cómo vas a obligarme a amarte solo a vos? Es que no me es físicamente posible. El mundo está lleno de cosas hermosas que te llenan el alma, ¿tengo que renunciar a todo eso? ¿tengo que casarme con solo una relación y una mente? Es que no puedo. Me niego rotundamente a que me digan que solo puedo amar a una persona hasta que me muera.
No va a funcionar así para mí.
Si queres, dame la mano, y vayamos a enamorarnos del mundo juntos. Vamos a amarnos, y vamos a amar a los demás. Vamos más allá de nuestro conocimiento, a descubrir lo que nos rodea, llenarnos de información y rearmarnos como personas.
Toda la vida siendo los mismos ¿no te parece un montón?
Si algo no nos gusta, renunciamos a eso y empezamos de nuevo. No es tarde para aprender a querer de otras formas, sin atarnos, sin ahogarnos, sin dejar de ser uno mismo.
Estoy cansada de que nos llenen la cabeza diciéndonos como tenemos que ser, y guiarnos al camino de una felicidad que quizás a mí no me pertenece, que la mía es por otro lado, un lado que yo sola puedo recorrer, porque nadie más entiende sobre mis pasiones y mis ambiciones.
Si vamos a romper con una parte del mandato social, podemos cuestionarlo todo y dejar de naturalizar la sumisión de aceptar las cosas como son y listo, que nos digan como hablar, como actuar, como ser feliz, como ser exitosos, que nos digan hasta como amar correctamente. Es una locura. Cada uno es, a partir de sus vivencias y no somos iguales. No pueden seguir etiquetándonos y poniéndonos en lugares a los que no pertenecemos.
Hoy quiero empezar a amar a las personas a mí manera, con lo que tengo para dar y no más que eso. Y si podes entenderme, yo voy a dejar que me quieras de la forma en que vos puedas. Que me entregues de vos solo las partes que quieras, y si no me queres dar nada, eso esta bien, porque somos de nosotros mismos y de nadie más.
Tenemos que aprender a ser verdaderamente libres, y caminar de la mano pero nunca atados.
Que cuando se termina, es porque ya no tenemos más nada que aprender del otro, que ya no estamos creciendo sino yendo para atrás. Que lo que hace especial a cada cosa es que tiene su final. Que el amor para toda la vida se expresa en distintas formas, porque si se mantiene siempre igual se va a terminar deshaciendo. Todos estamos en constante evolución y cambiando, con las relaciones es lo mismo, no puede mantenerse idéntico eternamente.
Vamos a crear nuestra propia forma de amarnos, empezando por uno mismo.
Porque siento tu ausencia hasta los huesos.
No, nunca te conocí. Pero te juro que te extraño, te juro que necesito que estés acá, que puedas sonreír, abrazar tu mamá, ver a tu hermano, estar con tus amigas.
La vida es injusta, eso lo entiendo. Pero para vos, ya es algo de otro mundo.
Y ahora un poquito del dolor con el que te fuiste, quedo en cada una. Ahora sos parte de nosotras.
No creo en el más allá. Así que solo te digo, agradezco que hayas vivido de la forma en que lo hiciste, disfrutando y sin restricciones. Es lo mínimo que te merecías.
Marchamos por vos, otra vez. Para que sepas, que esto recién empieza, que ya no perdonamos a nadie. No nos olvidamos.
Cada día nos volvemos más fuertes. Cada día más unidas.
Y ahora ellos son los que nos temen, porque cuando estamos juntas no tenemos miedo.
Por fin encontramos un lugar seguro. Y ahora gritamos más que nunca, y nos escuchan. Porque estamos decidas a tomar la parte del mundo que nos pertenece.
Porque ahora ser fuerte y ser valiente es cosa de mujer.
Tenemos al resto en contra, pero vamos a pelear cada batalla contra este sistema que te asesinó.
Ojala pudieras saberlo, de verdad. Que no te olvidamos, como no nos olvidamos de ninguna. Aunque no nos muestren en la televisión, ni en el diario, aunque seamos miles y sigamos sin aparecer en los medios. Aunque nos traten de locas, nos corran con gas lacrimógeno, nos insulten, nos denigren. Ya lo pasamos todo.
Es el momento de que nos vean, de que sepan de lo que somos capaces.
Gritamos por vos.
Esta justicia patriarcal se va a acabar, o rompemos todo.
¿Cómo podemos ser tan hipócritas?
¿Cómo pretendemos manejar nuestros sentimientos a nuestra conveniencia? ¿Cómo podemos aparentar tan fácilmente?
Explícame cómo lo hacen, cómo lo haces.
Cómo "cambiar" del amor al odio en un segundo, en una situación.
Si es amor, del verdadero. Si es real, no se olvida.
No lo dejas de sentir solo porque estas roto. Seguís amando, con cada pedacito que te queda, por más diminutos que sean.
Si no es amor completo y sincero, entonces no quiero nada ¿De qué sirve tu cariño a medias?
Querer estar con alguien, para mí, es todo el tiempo.
Amar a una persona es estar dispuesto a bajar constelaciones enteras por su sonrisa. Es ver en sus ojos tu futuro.
Es armarlo cada vez que se rompa, una y otra vez.
Cuando quiero a alguien, lo quiero para todo. Para reír, para llorar, para ir al cine, para dormir la siesta, para hacer el amor, para discutir sobre aliens y religión, para escuchar la lluvia en silencio, para charlar por teléfono por horas, para olvidarnos de todo y recordarnos siempre.
Que sea de verdad, o que no sea.
Me parece increíble, después de todo estos años, seguís acá. ¿Será que sos parte de mí?
Habían pasado más de cinco años desde la última vez que te vi. Y hoy, volviendo a escuchar tu voz, me acuerdo lo eternamente enamorada que estoy.
Pasó mi vida, pasó la tuya. Somos dos personas diferentes a las que eramos aquella noche que nos despedimos (sin saber que sería la última)
E inclusive así, otra vez estamos acá. Y todavía lo tenemos. Nos miramos y sabemos todo del otro, como si nada hubiera cambiado, como si nosotros no hubiéramos cambiado.
Como si yo tuviera quince años, y vos dieciséis.
Miro tu sonrisa, se me pone la piel de gallina. ¿Cómo es posible querer tanto a alguien? ¿Cómo es posible que el sonido de tu voz cure todas las heridas que vengo arrastrando desde que nos dejamos? ¿Cómo es posible que existas?
Y me decías, que mi problema era idealizar demasiado a la gente (y cuanta razón tenías).
Y me preparaste para lo que se venía. Fuiste el único que me advirtió, que crecer no era como lo imaginaba, que disfrute ese momento porque todo pasa, todo tiene su final (y cuánta razón, mi amor)
Volver a verte me recuerda a esas noches interminables que pasábamos hablando por teléfono, sobre la vida de la que tan poco sabíamos, de cómo podíamos imaginar nuestro futuro, de nuestras canciones favoritas. Y lo recuerdo todo, porque en ese tiempo no existía nada más, no existían mis preocupaciones, mis responsabilidades, ni mis temores. Solo existíamos vos, yo, y ese aparato que nos unía.
Volver a sentirte, me recuerda que jamás voy a volver a sentir lo mismo por otra persona.
Porque nos formamos juntos, pero sabemos que nuestro final no es uno al lado del otro, todo lo contrario.
Vos no naciste para atarte a algo, a alguien, viniste a este mundo a llenarlo de luz con esa sonrisa, y seria demasiado egoísta de mi parte quitarle eso al resto.
Yo no nací para seguirte, estoy acá para construirme y conocerme. Para escribir, leer, y hacer que cada día me pertenezca.
Esta tierra no puede con nosotros dos juntos, sería demasiado.
Todas las noches estoy a punto de llamarte, solo para recordarte, que pase lo que pase, siempre vas a ser vos. Donde sea que estés.
Pero no quiero hacerte retroceder, porque sos de los que se lleva por delante el mundo. Cruzarme en tu camino ahora, hasta parece peligroso.
Y el reencuentro de una noche no cambia nada (como no lo hicieron estos años de distancia), porque al fin y al cabo, una parte tuya vive en mí, y viceversa.
Puede ser que un par de días quede atascada en el sabor de tus labios y en el color de tus ojos. Pero aprendí a mirar hacia adelante, porque me enseñaste a superarlo todo (inclusive a vos)
Verte brillar siempre fue mi pasatiempo favorito, así que no me queda más que recordarte con una sonrisa. Por todo lo bueno (y lo malo) que nos llevo a cada uno al lugar en dónde estamos.
Espero de todo corazón, que seas verdaderamente feliz en muchos momentos (porque eso es la felicidad), y cuando te sientas apagado, podes leer todo lo que alguna vez te escribí.
Llévate algunas letras mías cuando estés de viaje, total, si se trata de vos, me brotan las palabras con tanta facilidad que me desbordan.
Eternas gracias. Ojala que la vida nos vuelva a encontrar otra vez, para que me cuentes de tus metas cumplidas y yo de las mías.
Pero si no lo hace, quiero que sepas que te amo, desde ayer y hasta el día de hoy. Y como vos decías, del futuro no nos podemos asegurar nada.
Caminar sola por la calle a la noche es mi mayor pesadilla.
Volviendo a casa a las doce de la noche, mi hermano me dijo que me tome el colectivo, que él me iba a buscar de la parada.
Un señor y yo bajamos en la misma, sentí que me miro mucho y eso ya me puso incomoda, porque no había nadie más. Por suerte doblo para otro lado y lo perdí de vista.
No había ni una sola persona, pasaban algunos autos muy de vez en cuando.
Fabian no había llegado todavía. Me da pánico estar en la calle sola, no hay nada que odie más. No quería estar ni un segundo mas ahí. Me dije a mi misma "Bancatela, camina y ya te lo vas a encontrar, debe estar llegando, peor es estar aca", algunos conductores se paraban a mirarme así que me alejo lo más que puedo de los autos.
Empiezo a caminar, a mirar para todos lados, nadie. Entonces corro, porque necesito llegar ya.
Después de las primeras dos cuadras veo a unos hombres tomando cerveza en la esquina, ¿eso me tiene que tranquilizar porque ya no estoy sola en la calle?
Pare de correr para no parecer tan asustada, me cruze para la de en frente, por las dudas, y mientras camino escucho a uno decir "¿tan linda y así de solita por la calle? ¿a vos te parece?", miedo, miedo, miedo. Empiezo a correr otra vez, me late fuertisimo el corazón, hago una cuadra más y me animo a mirar para atras, nadie, otra vez. Miedo. No tengo aire pero no me animo a parar, este camino es eterno.
Veo venir a mi hermano unos metros más adelante, vuelvo a tener alma. Justo dejo de correr y se me para un auto al lado mio. Miedo. Una señora me pregunta desde la ventanilla "¿Estas bien? ¿Te paso algo?", claro, estaba sola corriendo (y tan asustada) que era preocupante; "Estoy bien" digo y lo apuntó a Fabian que ya estaba en frente mio. La mujer le dice a él "Tene cuidado que había un par de degenerados en la otra esquina" y se va.
"¿Estas bien? ¿Te hicieron algo?" me pregunta, le digo que no, pero se me quiebra la voz, me pongo a llorar.
¿Es qué cómo te explico? No, no me hicieron nada, ¿o si? O acaso esos tipos, como todos los que me gritan en la calle, me chiflan, me tocan bocina, los que me tocan sin mi consentimiento, los que me miran asquerosamente, los que me acosan desde los 9 años, todos esos, ¿No me hicieron algo? ¿No me condicionaron a vivir una vida llena de miedo?
Es que estoy en la calle, puedo ir a donde yo quiera. Y sin embargo no me siento libre, me siento más acorralada que nunca, me sofoca. Salir de mi casa todos los días para mi es un desafío, uno que solo supero cuando logro volver sana y salva.
Tengo tanto miedo, tanta indignación encima de tener que vivir así, de no sentirme segura en ningun lado, ni en la trabajo, ni en la facultad, ni en el boliche, ni en el colectivo, en ningún lado. Vivo en estado alerta, todo el tiempo asustada, lista para salir corriendo.
Hoy llegue a mi casa, todavía no puedo dejar llorar.
No puedo dejar de pensar, que algún día mi hermano se retrase un poquito, y yo no tenga tanta suerte, no tenga la posibilidad de escribirlo, no tenga la posibilidad de salir a la calle otra vez a dar pelea. Tengo miedo de que algún día sea mi nombre el que aparezca en las noticias, que se me recuerde como un número más de las tantas, de las que no pudieron volver con su familia.
Que difícil es vivir con miedo, que dificil es ser mujer.
Abajo del sol, desaparece esta soledad desesperante. Después de estrangularme, de ahogarme. El día salva a el alma. El dolor se apacigua debajo de él. Aquella despedida es sutilmente disimulada entre sonrisas. Pero al anochecer, atormenta ese adiós. Se dificulta descansar. Si dormir es despiadado sin su piel. Si aquellos sueños piden por su alma, por su esencia, por su ser. Sin él es difícil. Pero siempre sale el sol, de eso estoy segura.
Son las doce y media del mediodía de un jueves, y yo no sé que hacer.
Estas horas que paso sola,
encerrada en mi casa
(en mi cabeza),
siento que todo esto es tiempo perdido.
Es tiempo que podría pasármelo acariciándote,
pero no,
estoy acá escribiéndote
y no es lo mismo.
Mi té de desayuno
ya no tiene el mismo sabor,
si lo tomo en la soledad de mi mesa
y no viene acompañado
de un beso tuyo.
Leí que en el momento
que uno verdaderamente se conoce a sí mismo
es cuando no depende
de hablar con otra persona todo el tiempo
y no necesita dormir acompañado.
¡Que ganas de ser suficiente para mí!
pero los días eran más soleados
cuando me despertaba en tus brazos.
Y pensándolo bien,
tampoco tengo muchas ganas de conocerme
a mí misma,
no me soporto.
Volver a ser yo,
cuando no me importa nada ni nadie,
es ser libre
pero también es ser una persona muy diferente
a quién soy ahora.
Es dejar ir esta finita vida que formamos
juntos
para comenzar otra.
Otra vida
donde no tenga a mi voz interior diciéndome
"hablale,
llamalo y háblale por cinco minutos,
nadie se va a enterar,
no va a pasar nada",
donde no necesite saber si estas en línea,
donde los buenos días puedan empezar en otro lugar
que no sea tu cama.
Lo que escribo ya no tiene forma
porque así me siento,
indefinida
sin determinaciones.
Ya quiero dejar de extrañarte,
dejar de sentir
este dolor en el pecho
que no me deja seguir adelante.
Ojala que vos
también puedas curarte
y no volver a mí,
ser tu mejor versión
lejos de gente tóxica
(como yo)
Y brillar
como solo vos sabes hacer
con tu alma pura
y tu sonrisa.
Nos deseo lo mejor a los dos,
porque todo pasa,
y eso siempre lo supe.
(Aunque este limbo en el vacío
donde me encuentro ahora
parece interminable)
Yo me pregunto ¿Cómo se vive con el corazón roto?
¿Cómo se camina, como se habla, cómo se va a trabajar?
Si yo intento disimularlo, pero todos se dan cuenta, me miran con esa misma tristeza que yo reflejo (que no puedo ocultar), todos me tratan como algo frágil, como si estuviera al borde de un abismo.
Yo de verdad intento, seguir, manterme positiva. Al menos llorar solo cuando nadie me ve.
Es que esto, lo que siento, está solo en mí ahora, digan lo que digan, sé que yo sola voy a tener que rearmarme y superar. Ya conozco esta historia, eso no la hace más fácil.
Soy tan cliché de escribir siempre de lo mismo. Es que lo hago para mí, para poder soltarte de poco, de a textos.
Es que es muy dificíl dejar ir a alguien que amas tanto, pero peor es saber que ese amor es correspondido, que del otro lado también hay alguien sufriendo; pero nos separan tantas cosas que es imposible correr a sus brazos otra vez.
13.05.18
Que miedo que me dan esos momentos, en los que me pierdo a mí misma.
Cuando no puedo serme fiel, no puedo confiar en mi, no puedo cumplir con mis ideales que son lo que me forma como persona, cuando me traiciono, cuando siento que me lastimo. Que horror.
Siempre hago que todo sea sobre mí, cuando esto tendría que ser sobre vos.
Algunos dicen, que no podes amar a alguien más antes de amarte a vos mismo. Lo único que sé es que nadie puede decir cuando es correcto, correspondido y está bien amar. Cada uno a su manera.
A veces me enojo tanto con vos, porque te pones en contra de mis argumentos, que para mí tienen un fundamento tan sólido que no puedo entenderte; después te agradezco por eso, por hacerme ver las cosas de una manera diferente, por las distintas perspectivas, por como cambias mi visión sobre todo, me expandís los parámetros, me haces reinventarme cada vez más, me llevas a evolucionar.
Y otras veces, me enojo conmigo misma, me odio y a mí si que no me quiero escuchar. Porque yo no tengo razones cuando hago las cosas mal, lo hago porque sí, porque después de todo, esa también es una parte verdadera de mí, y ahí es cuando me detesto. Me doy asco a mi misma cuando me pierdo, cuando me olvido, cuando hago las cosas sin pensar y después me arrepiento.
Que fácil es decir que me equivoque, pedir perdón y listo. Total no se puede deshacer, así que el peso va a terminar siendo solo tuyo. No quiero eso. Tampoco quiero ocultarme, no sé cual de las dos opciones es más deshonesta, más cruel. No sé cuál duele menos.
No sé que hacer, y es una lástima que esta vez no pueda pedirte consejos, que no te tenga a vos para solucionarme, para hacerme ver más opciones.
Porque estas directamente involucrado.
Me siento perdida, no me reconozco, no sé cómo seguir. Ya ni siquiera sé que es lo correcto, o que es lo mejor.
Solo sé que te necesito, porque sos el único que me dice la verdad mirándome a la cara, el único que me enfrenta, el único que me habla sin filtros, que me ve realmente como soy. El que me mira y me reconoce, que siempre me encuentra, que sabe guiarme cuando lo necesito. Que está al lado mío siempre pero sabe como dejarme libre, que no me deja ponerme limites, que no me deja quedarme estancada.
Lo único que entiendo de mí misma ahora, es que te amo.
Voy a escribir, lo que probablemente para mí, sea uno de los
textos más largos de mi vida.
Como siempre, escribo solamente para liberarme, y hoy me
siento más poderosa que nunca. No tengo miedo, no tengo vergüenza, no me siento
sola.
Mis compañeras me dieron la fuerza para poder contar lo que hace
años me está consumiendo por dentro, gracias a ustedes, por hacerme invencible.
Por enseñarme tanto cada día.
Fue la segunda vez que tenía relaciones sexuales. Yo tenía
diecisiete años. No me voy a victimizar, porque me hago cargo de cada una de mis
decisiones. Aunque me arrepienta eternamente. Soy responsable de mi cuerpo, lo
fui ese día y lo soy hoy.
De lo que más me arrepiento de esa noche, sinceramente, es
de mi ignorancia. Sabía que tenía cuidarme, pero no me animaba a pedirlo, lo
que iba a pensar de mí, que se iba a dar cuenta que no tenía experiencia, que
era una de mis primeras veces. Tenía mil pensamientos en la cabeza, estaba tan
nerviosa, tan pensativa, tan callada, probablemente uno de los peores momentos de mi vida, con alguien que le importe muy poco, que no me aviso, que no me
cuido, que nunca me dijo nada.
Lo que verdaderamente me avergüenza es lo poco que conocía
de mi cuerpo, de la sexualidad en sí, no sabía de los ciclos fértiles, no sabía
del líquido preseminal. No sabía de cosas que son fundamentales en la educación
sexual.
Ese día pasó sin pena ni gloria para mí, nunca lo volví a
ver, o quizás sí, pero todavía me cuesta mirarlo.
Pasó un mes, no estuve con nadie más, me sentía rara, tenía
miedo, no confiaba en nadie. No menstruaba y dentro mío ya lo sabía, intentaba
ignorarlo, no lo hablaba con nadie. En realidad estaba todo el tiempo triste
pero no quería decirlo en voz alta, no quería hacerlo real, “está todo en tu
cabeza” me repetía a mí misma.
Un mes y medio. Nada. Ya estaba segura, nadie me lo dijo
pero yo sabía. Le decía a mi mamá, medio en chiste para no asustarla, que
quería ir a una ginecóloga y que si iba a comprar me traiga coca; así eran solo
dos pedidos aislados, nada para preocuparse.
Me fui unos días de viaje, y me prometí a mí misma hablarlo
con ella cuando vuelva.
Es que ya no podía sola, no podía dejar y dejar pasar el
tiempo, llorar todas las noches, correr al baño cada hora para ver si me
bajaba, buscar en google, llorar un ratito más, callarme y sonreír.
Le dije a mi mamá y empezó la tormenta. A la que yo llamo,
el huracán de la reina del drama, donde yo era la única protagonista y el único
nudo de la historia.
No tenía obra social. La doctora particular nos cobrara
trescientos pesos por consulta. Me revisó y me dijo que según las fechas podría
ser, pero que por lo que veía en mi cuerpo por ahí no. Me dio la orden para un análisis
de sangre y un turno para la semana siguiente.
Me acuerdo cada puto detalle de ese estudio. Fui a la mañana
con mi mamá, ya casi no podía mirarla a la cara, no quería sentir esa decepción
que tenía en los ojos. Esa misma decepción que yo misma veía cuando me miraba
al espejo.
No le respondía a la enfermera, a la recepcionista, a nadie,
me costaba articular cada palabra, mil veces peor cuando me preguntaban qué
edad tenía.
A la tarde fui a buscar lo resultados con quién en ese
momento era mi novio. “Yo estoy para vos, no importa lo que pase” me decía,
peroyo ya me sentía media muerta, media
rendida.
Salimos de la clínica, en la esquina de Lincoln vi el
positivo. Deje de sentir. Dejo de girar el mundo. Deje de tener un cuerpo. Deje
de respirar. Me fui. Pero seguí caminando, no hice ningún gesto que pudiera
darle una señal, seguí caminando y me compre un McFlurry. Él me miraba con
lástima e insistía en que le diga el resultado, “por cómo estas supongo que dio
negativo” me dice, pero él no entendía, porque yo ni siquiera estaba
más, yo ya había desaparecido.
Nos sentamos en la plaza, me acosté en el pasto, le di los
resultados, le mande un mensaje a mi mamá. Y lloré en la plaza San Martin hasta
quedarme sin aire, hasta quedarme sin lágrimas, hasta quedarme sin vida. El helado se hizo líquido y yo no probé ni un bocado.
Me llamó mi tía llorando y me dijo “te amo tanto, más que a
nada y no te preocupes que estoy para vos, en todo lo que necesites, siempre te
vamos a apoyar, mi negra”,¿quién soy yo
sin mi familia? Pensé, y en ese momento supe, que yo ya no era nada, que solo
importaban ellos, que haría cualquier cosa solo por la felicidad de ellos,
porque yo nunca más iba a volver a ser enteramente feliz.
Volví a casa, mami tenía los ojos más rojos que yo, pero
intentó trasmitirme confianza. Yo no podía más.
Me encerré en la pieza. Yo ya estaba llorando hace meses.
Pero escuchar a mi mamá llorando en el living, por mi culpa. No se lo deseo a
nadie, es uno de los sentimientos más horribles que tuve en mi vida. Hacer a
llorar a mi mamá así, dios, me sentía el ser más despreciable en el mundo.
“Yo ya estoy muerta” pensaba, “No importa lo que pase,
porque ya no existo, tome la decisión que tome, nunca voy a ser la misma. Así
que voy a hacer lo que ellos quieran, voy a tener un bebé y ser la mejor mamá
del mundo, o no voy a tenerlo. Pero es su decisión, no la mía. Yo ya no estoy.”
Me repetía cada segundo en mi cabeza. Sinceramente, ya no me importaba nada de mí misma.
Después se lo tuve que decir a mi papá, por teléfono, él
vivía en Neuquén en ese momento. Obviamente fue mi mamá la que hablo con él, yo
solo lo escuche, lo salude y él me felicito; “no me sorprende de vos” me dijo,
y esas palabras me marcaron hasta el día de hoy. El hombre que me decepciono
todos los días durante mis diecisiete años, me dice que eso lo esperaba de mí,
que yo era así de predecible, que era obvio viniendo de mi parte.
Me dolía todo, pero nada se compara con lo que fue decírselo
a mi hermano. Golpeó las paredes, gritó y lloró como nunca lo vi llorar en mi
vida. ¿Saben lo que es decepcionar así a la persona que más amas en el mundo? “Es
mi hermanita” gritaba, y yo ya no era nadie. Yo era diminuta comparada con toda
la situación.
Pasaron mil cosas en tan poco tiempo. La doctora me dijo que
ya no podía hacerlo con pastillas, pero que tenía un colega que hacía ese tipo
de intervenciones, nos dio el número. Mi novio me dijo que no lo haga, que él
se hacía cargo, que si lo hacía me iba a dejar porque era una asesina. Mis
amigas no estaban, no sé qué paso, se lo conté pero después me entere que se
difundieron rumores entre los del colegio, creo que todos lo sabían, yo no
quería hablar con nadie. Otra de mis tías me hacía tomar litros y litros de un
líquido que ella había preparado con unos yuyos, “esto la ayudo a mi hija a
menstruar” me decía, y a mí el gusto me daba ganas de vomitar, pero ya estaba
resignada. Fuimos al departamento donde este doctor tenía su consultorio, ocho mil
pesos nos dijo. Yo vivía encerrada en casa, “voy a dejar de comer hasta morirme”
se me ocurrió, pero nunca fui buena para eso. “Voy a cortarme, voy a perder
mucha sangre así me olvidó, así dejan de preocuparse por mí, así dejo de hacer
mal a mi familia”, pero soy una cobarde, lo fui desde el primer día y lo seguía
siendo. No hable más con mi papá, unos meses después me enteré que todo ese
tiempo se la paso tomando alcohol y estando borracho todos los días. Con mi
hermano nunca hablamos del tema, hasta hoy en día, con solo mirarnos ya nos entendíamos,
las palabras estaban de más.
Tenía cita con el doctor una semana antes de navidad. Yo
estaba durmiendo la siesta y mi hermano me dice “acá te dejo la plata” y se fue
a trabajar. Mi mamá no estaba, me encontraba con ella directamente en el
consultorio porque también estaba trabajando.
“Tomate esta pastilla unas horas antes de venir” me había
dicho el doctor. Pero nadie me aviso que iba a estar sola en el baño de mi
casa, con mi útero retorciéndose y perdiendo tanta sangre, había coágulos en el
pasillo, era demasiada, no podía limpiar nada por el dolor, no me podía mover,
no podía llamar a nadie; además, ¿con quién me voy a quejar? Si después de
todo, yo sola me busque esto.
Estaba muy asustada, perdía un montón de sangre, no sabía si
era normal, faltaba una hora para irme, no sabía que hacer. Me quede sentada en
el baño hasta que tuve que viajar.
Llegamos, le di la plata a mi mamá y me acosté en la camilla.
Quería terminar con todo, “si me tengo que morir, bueno, que así sea” fue mi
último pensamiento hasta que la anestesia hizo efecto.
Me desperté de un sueño tan profundo, que no tenía idea de
dónde estaba. “Tengo tantas ganas de hacer pis que no me puedo mover” pensé, y
cuando me di cuenta, no eran ganas de nada, era puro dolor. El doctor y su esposa
me ayudaron a vestirme, a pararme, a salir de la habitación. Abrace a mi mamá, me dio un poco de fuerzas para seguir, al menos un por un ratito más. Nos saludamos rápido y salimos a la calle, yo me apoyaba en
ella porque apenas podía mantenerme en pie, el camino hasta la remisería fue
un infierno, creí que no llegaba. Pero me prometí a mi misma que no me iba a
desvanecer en el piso, no le podía hacer eso, tenía que aguantar, tenía
que seguir, tenía que llegar a casa.
Después de ese día también pasaron miles de cosas, ninguna
buena, obviamente. Lloramos las dos y se fue a comprarme los medicamentos. No
me podía levantar, no tenía fuerzas para comer. Sangraba un montón, sangre por
más de un mes, creí que no iba a parar nunca, creí que me tendría que resignar
a vivir así para siempre. Hacía mucho calor, pasaron las fiestas en mi casa y
mi mamá me decía que no me fuerce en la escalera, que no tome alcohol, “es que
es un tratamiento para unos problemas que tiene en lo ovarios” le decía a mi
familia, y todos nos hacíamos como si lo creyéramos. Me peleaba con mi novio,
pero era lo único que tenía. Mis amigas no estaban, no sabían, ya no hablaba
con ellas. Seguía sangrando. Un día fui a visitar a mi prima y le manche la
cama, me daba vergüenza existir, me encerré en el baño por horas. Más tarde ella me dijo que lo que hice la desilusionó
mucho, que no lo esperaba de mí, pero que sabía que lo hice por mi hermano y
por mi mamá. Perdí las cuentas de las personas a las que decepcione, de las noches
que no dormí por estar llorando, de la cantidad de toallitas que gastaba por
día. Una vez me desperté, y tenía leche en las mamas, “soy una enferma, y tengo
un cuerpo enfermo” me decía a mí misma, que odio me tenía, no quería que nadie
me toque, ni que me hablen. Me daba vergüenza estar encerrada en mi propio
cuerpo. Fue el infierno eterno.
Claro que esto es un pequeño resumen de lo que de verdad
fueron todos esos meses. Me prometí a mí misma que me iba a redimir con todo lo que
hice, que iba a estudiar, trabajar, de tratar de ser mejor, ayudar a mi familia. A
la única persona que se lo conté fue a mi mejor amigo, todavía me cuesta
horrores hablar al respecto, no puedo pensarlo ni siquiera que ya se me quiebra
la voz. Por años me sentí tan vulnerable y despreciable.
Pero hoy, hoy que se aprobó el proyecto de ley en la cámara de
diputados. Que vi a mis compañeras durmiendo con cuatro grados afuera del
congreso. Que camine entre ellas, que me llenaron de fuerza, que gritaron por
todas. Que puedo ver lo afortunada que fui, por tener los recursos, por tener a
mi familia, por tener la plata para hacerlo, para salir viva.
Hoy puedo decirlo, no porque este orgullosa, sino porque al
menos, ya no tengo miedo. Porque las tengo a ellas, y nunca más me voy a sentir
sola, nunca más voy a estarlo. Porque me dicen que solo uso el pañuelo verde porque está de moda, porque nos gusta joder, porque queremos hacer quilombo, porque no entendemos nada. Me dicen que no sé por lo que lucho, ni lo que representa. Me dicen que me informe, que lea, que no tengo fundamentos, que ya me voy a olvidar. Y yo solo me rio ¿qué saben ellos?
Hicimos historia, y vamos a seguir luchando para que podamos
ser dueñas de nuestro cuerpo, para que las pibas puedan elegir, como yo pude
elegir, de seguir con mi carrera, con mi futuro, con mi vida.
Eternas gracias a cada mujer con el pañuelo verde, gracias
por hacerme fuerte.
Y ahora, que se viene la revolución, no nos callan más. Porque
si no es con las pibas ¿Entonces con quién?
jueves, 10 de mayo de 2018
Buscando una manera de sacarte de mi vida, se me ocurren miles, pero ninguna que no me duela.
Es que, ¿cómo hago? para dejar de hablarte, si hace más de dos años que sos parte de mí, que sos mi diario intimo, al que le cuento todo, en los mejores días y en los peores. Te hablo hasta en mi mente para después decírtelo cuando te vea, te hablo todo el tiempo, te hablo ahora, cuando escribo, sabiendo que nunca me vas a leer, que no me vas a responder, que no me vas a escuchar. Te escribo igual.
Si sos mi lugar de paz, mi día de descanso, mi tesito de merienda. Sos el único lugar donde siento que pertenezco, donde me siento yo misma, donde no tengo que preocuparme por nada. Sos el único que me hace sentir segura, que me hace sentir acompañada.
Imagino mi vida, donde ya no tenga tus abrazos, ni tus besos, ni tus caricias. Imagino mi vida sin vos, y ya estoy llorando.
No me acuerdo como era. La vida me pesa el doble cuando tengo que enfrentarla todos los días yo sola. Sé que soy suficiente, pero eso no quita el dolor, el dolor que se que se viene.
Y lloro, bebé. Porque estas pero no.
Intento no ponerme intensa, pero es la única manera que sé sentir.
Intento ser más poética, más elegante, más literaria. Pero las palabras se me pierden en el huracán que hay en mi estomago, y bueno, salen las que pueden, las que se salvan, las que quedan.
Pienso, en la inmensidad de tristeza que siento, y sabiendo que prácticamente todas las personas del mundo pasan o van a pasar por lo mismo, igualmente me siento tan sola aca, intentando amarte un poquito menos para que no sea tanto el sufrimiento.
Hay una violenta tormenta afuera (y adentro), que no sé que hacer, en estos momentos son en los que te pido consejos, te pido refugio. Pero ahora no tengo donde esconderme, y hace tanto tiempo que no me quedaba varada abajo de la lluvia, sin techito, sin abrazos; que me olvido como moverme, como ver, como seguir.
Hoy estaba caminando, pasaron como ocho
hombres por al lado mío y todos me dijeron algo, cinco pasos más: los albañiles
también tenían que dar un comentario, en esa misma esquina, uno me tocó bocina
desde el auto. Me repugnan, los odio, porque cuando les contesto se ríen de mí,
¿Qué no valgo nada? ¿Cómo le explicamos que no nos gusta que nos piropeen en la
calle? Ya se lo dijimos de todas las maneras posibles y después dicenque nosotras somos las violentas. Nosotras, que
bajamos la cabeza cuando pasamos por un grupo de chicos así no creen que los
estamos provocando ni nada. Cuando les contestamos, tenemos terror porque quizás
se ofenden y nos hacen algo.
Desaparecen chicas, las secuestran, las
violan, las matan, las golpean. Todo el tiempo, en todas partes. No tenemos
lugar de paz, es asfixiante.
Y encima nos critican, encima cualquier cosa
que hagamos para ser escuchadas, lo usan como producto de burla, de chistes, de
agresiones. ¿Cómo estar tranquila así?
Una chica violada por cinco tipos, que hizo la
denuncia, había videos y fotos; el juez los condeno solo a nueve años porque
"no se ve que ella se haya negado". Nueve años nada más para esos
enfermos. ¿Saben a quién también condenaron a nueve años de cárcel? A una mujer
que sufrió un aborto espontaneo y fue condenada por homicida.
No los entiendo.
Lloramos a los gritos, rompemos todos,
hablamos en todas partes, nos desnudamos, nos tiramos al piso, nos escondemos,
nos callamos, lo bancamos, cada una lo enfrenta como puede, y aun así, nadie
nos toma en serio, nadie nos escucha realmente, a nadie le importa de verdad.
No puedo explicar lo desesperante que es.
La mitad del país, los que tienen consciencia
de clase, los que están informados sobre la realidad, los que tienen empatía;
todos pidiendo por el aborto legal. Por todos los casos donde el Estado (como
tantas veces) le dio la espalda a las mujeres. Mujeres sin recursos, sin
conocimientos, mujeres con miedo, a las que las ignora.Mujeres a las que culpabiliza por no querer
dar un hijo en un mundo enfermo que no la ayuda, que cuando nazca esa misma
sociedad que pide por su vida lo va a dejar morir de hambre.
Son tan hipócritas.
No les entra en la cabeza como las feministas
"pueden ser tan egoístas de pedir solo por sus derechos", cuando
muchos de ellos lo tienen servido desde el día en que nacen. No tuvieron que
luchar por poder votar, por poder trabajar, por poder tener un puesto político
o importante, por muchas cosas que nosotras sí. Pero a ellos no se les juzga, ¿Cuántos
padres abandonaron a sus hijos? Nadie menciona eso, porque es algo “normal”.
No puedo explicar lo enojada que estoy porque
no nos dejen decidir por nuestro cuerpo, nuestra vida y nuestro futuro; solo
porque hay células desarrollándose en nuestro útero, que sí se va a convertir en
una vida y nosotras nunca mataríamos a un bebé; por eso pedimos interrumpir el
embarazo antes de los tres meses cuando el embrión a penas se comienza a
denominar feto, no siente dolor, no siente nada, está en formación, no es un
ser humano todavía. Y nosotras, los cuerpos gestantes, si somos seres humanos,
si sentimos el dolor de que te den la espalda en hospitales públicos y tener
que ir a un centro clandestino con una persona que probablemente no está
capacitada para esa operación.
Es tan injusto que les indigne que tome una
decisión sobre mi cuerpo, pero que no les indigne la burocracia que es adoptar,
ni los huérfanos maltratados en los hogares, ni lo nenes durmiendo en la calle
o pidiendo plata en el tren.
Solo les importa ser injustos con nosotras,
que aceptemos la sumisión que declara la naturaleza que las mujeres solo sirven
para procrear y criar hijos, que es nuestro principal deber y lo más importante
de nuestra vida, en las condiciones que sea. Que aceptar ser madre es incluso
más importante que ser vos misma.
Dicen que no las representamos, obviamente,
cada una vivió sus experiencias y fue violentada de una manera distinta; porque
todas lo fuimos, consciente o inconscientemente. Porque es cultural, porque
siempre tuvimos que servir, callar y aceptar.
Por Chiara, por Lola, por Melina, por Paola, por Nicole, por Araceli, por Angeles, por Candela, por Micaela, por todas y cada una vamos a seguir luchando; porque en nosotras, compañeras, está el cambio.
No vamos a parar, la revolución será feminista
o no será.
miércoles, 18 de abril de 2018
Que dolor en el pecho me da pensar en que nunca vas a poder amarme de la forma en que yo lo hago.
Es que me cuesta entender, que cada uno tiene su forma de querer, y esta bien, no puedo pedirte más de lo que podes dar. Pero tampoco puedo amarte con menos intensidad.
Tengo una mente enferma, y es la única manera en que me sale expresas mis sentimientos.
Hay un remolino de palabras y frases que quiero gritarte, pero no puedo ni siquiera mantenerte la mirada, me siento tan diminuta cuando tengo tus ojos sobre mí; no me acuerdo mi nombre, mucho menos me acuerdo de cómo hablar.
¿Qué es ese poder que tenes sobre mí? Que no puedo dejar de pensar en lo mucho que te necesito, y cuando me abrazas, casi que me pongo triste porque sé que eventualmente se va a deshacer, ese momento, o vos, o yo, o todo esto.
¿Cómo me curo de vos si sos mi única medicina? ¿Cómo hago, mi amor, para seguir así?
Camino con miedo.
Camino con tanto miedo que todavía no entiendo cómo es que sigo saliendo a la calle.
Camino entre mucha gente y abrazo mis cosas, me abrazo a mi misma, para que no se me acerquen, que no me toquen, pasar desapercibida.
Camino sola y estoy constantemente mirando para todos lados. Cualquier sonido me asusta, ni te digo escuchar venir a una moto o un auto; me quedo helada abajo de la luz intentando descifrar una cara atrás del vidrio polarizado: si es una mujer, sigo caminando. Si es un hombre, bajo la cabeza y espero que su máxima agresión contra mí sea solo ese asqueroso piropo, que se vaya, que no me mire más, que quiero desaparecer.
Algunas veces me aguanto las ganas de correr las últimas tres cuadras a mi casa, otras veces no. Aunque no haya nadie me encuentro corriendo desesperada para dejar de estar ahí, en esa situación.
Tengo tanto miedo todo el tiempo, que hay veces que me quedo varios minutos en una esquina esperando que alguien más camine por esa cuadra silenciosa que me aterra, para no sentirme tan vulnerable.
¿Vieron esa adrenalina que sentís por micro segundos cuando crees que te va a atropellar un auto o corre peligro tu vida? Es como un fuego que nace en el estomago y te recorre todo el cuerpo, cuando sentís que se te está por salir el corazón de tanto que bombea. Eso sentí el otro día, cuando un señor que caminaba muy apurado se acercó tan repentinamente a mí que casi me pongo a gritar. Solo estaba doblando, solo estaba pasando cerca, no paso nada pero yo necesite unos minutos para recomponerme.
No voy a hablar de mis experiencias, a todos nos pasa, a todos nos roban. Nadie se salva en este país, siempre hay alguien arrebatándonos lo que nos pertenece, lo que merecemos. A veces pasan desapercibido, a veces no nos damos cuenta. Pero nos atacan de todos lados.
Me dije muchas veces a mi misma, que no me iba a convertir en esto, que no iba a dejar que me condicionen. Y ahora lo hacen, me cambiaron, me ganaron.
Todos los días veo una foto de una mujer desaparecida, de gente siendo asesinada por nada, de policías reprimiendo inocentes, de nenes durmiendo en la calle. Noticias de violencia en todos lados y de todas las formas posibles.
Todos somos victimas de este sistema, cada uno de nosotros.
Y aunque lo piense quinientas veces, aunque busque una solución, no encuentro otra que seguir corriendo las últimas tres cuadras a mi casa.
En agosto del 2015 escribí que no creía en el amor adolescente, lo gracioso es que cuatro meses más tarde me puse de novia por primera vez, con todo lo que eso conlleva. Y otros cuatro meses después, me rompieron el corazón y sufrí como nunca creí sufrir en mi vida.
Y siempre me preguntó ¿qué me paso? ¿se me va a pasar en algún momento? No sé nada. Sobreviví y me puse una armadura muy finita. Pero al menos estoy aca. Estoy rota por dentro, con un cuerpo y una mente enferma. Hay pedacitos de mí en cada parte de mi barrio. Tengo cicatrices y heridas por donde me miren. Las disimulo bien. Pero hay fuego y hielo conviviendo dentro mío. Hay tantas cosas.
No sé lo que fue, no es necesario ponerle etiqueta a todo. Fue pasión y fue dolor en su misma cantidad, todo en menos de un año.
Me sentí estúpida, humillada y más que nada, nunca me sentí tan vulnerable.
A veces quiero vomitarme a mí misma, todo lo que tengo adentro, todo me parece venenoso. De vez en cuando me doy asco. Después pensandolo bien me doy cuenta que así siempre fui yo.
Las experiencias te van amoldando. Voy a cumplir 19 años, hoy en día en lo único que creo ciegamente es en el amor.
Leí un montón de cosas sobre la sociedad que me desanima totalmente, dicen que somos la generación de lo efimero, de lo superficial (eso no te lo discuto). Y también dicen, que somos la generación del vacio. Y que equivocados están.
No sé sobre otras épocas; pero si conozco esta. Soy muy observadora.
Hay una mitad sí, vacia, sin ideales, sin proyectos a futuro, sin que les importe nada. Pero nosotros, somos los que le tenemos lástima a ellos.
Yo estoy de el lado, que somos muchos. Estoy del lado de las personas que van a cambiarlo todo, que van a sacudir a los periodistas y sus notas anticuadas. Que vamos a sacudir a la sociedad machista, al capitalismo, a los poderosos. De los que vamos a hacer berrinches por años por cada árbol que cortes. Que vamos a pelear por los animales que matas y no se pueden defender. Yo estoy de este milagroso lado, que va a cambiar el mundo. Que va a hacer la diferencia. Que te va a ahogar con tantos ideales. Que piensa tanto que no vas a poder ignorarnos. Yo estoy del lado que quiero estar, rodeada de moviemientos, cada reunión, cada junta, cada organización, cada marcha, todo para demostrarles que estamos aca, y no nos resignamos a la primera.
Me siento bendecida, por más que sea atea, a estar de esta parte. Los que no creen en lo que le impongan, de los que hacen sus propias reglas. De los que no nos dejamos encerrar en esas carceles de burocracia y falsa moral.
Aca rebalsamos de ideales, así que mejor que nos seamos conocidos por "la generación del vacio", solo porque no nos atamos a su política o su manera de vivir.
Voy a cambiarlo todo, me voy a curar. Voy a salvar todo lo que no pude. Voy a gritar, voy a patalear y voy a sufrir todo lo que sea necesario para lograr mis objetivos. No hay más excusas, no quiero saber más nada. Quiero rodearme de amor, de mi familia, de mis amigos, de la música, de mi novio, de la literatura, de el conocimiento, de los animales, de la naturaleza. Voy a hacerlo todo.
Es que
solo los escucho hablar, opinar y comentar, todo el tiempo, en todos lados. Ya
los siento como un constante murmullo. ¿De verdad quieren debatirlo o solo les
gusta escuchar su propia voz? Déjame contarte porque no me causa gracia,
porque no me rio de ese tipo de humor, porque me tomo las cosas tan en serio
cuando se trata de esto.
¿Por dónde
empezar? ¿Cuánto sabes? Porque yo visite la Ex ESMA, ¿te suena?, fue uno de los
principales centros clandestinos de la última dictadura. Camine por los mismos
senderos que fueron el último día de vida de miles de argentinos. Estuve ahí,
en las habitaciones donde dormían los militares y en el piso del altillo donde
tenían a los secuestrados. Vi en la habitación que hacían parir a las mujeres,
era literalmente de cuatro por cuatro, apenas entraba una camilla ahí, en el
suelo estaba escrito "¿Cómo alguien puede nacer acá?". Caminamos por
el lugar donde los torturaban, y mi profesora, que iba a paso lento atrás de
todos nosotros, contenía el aliento preguntándose si ahí es donde habían tenido
a su hermana, a la que se llevaron y nunca más volvió a ver hace treinta y ocho
años. Estuve ahí, dónde nos mostraron el lugar donde mataron a una estudiante
de nuestro colegio, a una chica que estudiaba en el mismo edificio donde yo,
pero a ella, nunca le permitieron terminar el secundario. Te preguntas por qué
no me puedo reír de sus chistes de los nietos encontrados y de las abuelas de
Mayo, te digo, simplemente, que no puedo.
Me hablan
de Las Malvinas, y yo ya lo sé, fui como cinco veces a recorrer el museo,
conozco sus coordenadas, conozco la fauna y la flora, conozco su historia, como
es su tierra, como es su relieve, conozco que es lo que se gana, que es lo que
perdemos, por qué es lo que luchamos. Fui a esa habitación oscura, entre
cortinas, que tiene una pantalla dónde te muestra el cementerio que está allá,
el cementerio con tumbas sin nombres, con cuerpos nunca identificados, el
cementerio de las familias perdidas. Nosotros nos sentamos a tomar mates con ex
combatientes de la guerra, yo vi al portero que me habría la puerta del colegio
todos los días con una sonrisa, desmoronándose en frente de chicos de 16 o 17
años mientras contaba llorando como su propio coronel lo había intentado matar
a los tiros. Yo los escuche riéndose, mientras se contaban como una vieja
anécdota sobre ese día frío en las islas dónde los ingleses los hicieron cagar
con un arma apuntándoles la cabeza. Yo los vi, yo los conozco. Yo vi todas esas
caras de las que todos se olvidaron pero siguen proclamando "que las islas
son argentinas", y yo me pregunto, de todo esto, ¿eso es lo que más les
importa? No quiero escucharte, porque vos nunca los escuchaste a ellos.
Y ustedes,
que se burlan del feminismo, que dicen que somos unas exageradas. Opinan, sobre
el aborto, que está bien, que está mal, si hay que depilarse o no, si hay que
mostrar las tetas o no. No están prestando atención, no ven lo que
verdaderamente importa. ¿Quéres hablarme sobre moral, sobre ética? Ya va a haber
tiempo para eso, escúchame, escucha las estadísticas. En Argentina, nacen más
de tres mil bebés por año que son hijos de menores. Un 81% son nenas de entre
10 y 14 años, donde más de la mitad son por abuso sexual. Chicas que no tienen
idea de lo que es la educación sexual, que no pisaron una escuela en su vida,
que quizás no tengan ni para comer, que no saben. Sé que es impensado para
ustedes, sé que es otra realidad que les cuesta entender, que "si son
grandes para coger entonces pueden serlo para ser madres", sé que hablan
desde la ignorancia o peor, que tienen cero empatia. Pero si no lo vas a
entender, no hables. Que vos no quieras, no significa que va a dejar de pasar,
sino que mujeres y nenas van a dejar de morir en habitaciones inhóspitas por no
poder pagar un aborto un poco más seguro (porque nadie quiere hacerlo, porque a
nadie le gusta someterse a esa puta operación). Si no lo entendes, si no te
informas, te pido que no trates de callarnos. Porque yo lo sé, lo conozco, lo
vi, lo escucho, lo estudie. Hice un trabajo de "Deconstrucción de la
desigualdad de género", la estudiamos desde lo más mínimo, como las
actitudes dentro de las familias, dentro de las instituciones, en la sociedad,
la trata de blancas, los femicidios, las marchas, las luchas, me informe sobre
todo e inclusive así, intento no opinar porque sé que hay un montón que no sé,
sé que no lo viví todo y sé que no puedo opinar sobre la vida de los demás.
Debaten
sobre la pena de muerte, sobre que hay que matarlos a todos, que es la única
solución, que ellos tienen la culpa por salir a robar e intentar matar a
alguien por un celular. ¿En serio? Me tomo dos putas clases, solo cuatro horas
de Sociedad y Estado para entender la complejidad del maldito sistema que los
discrimina y excluye hasta el punto dónde los marginados viven en una realidad
totalmente paralela que si no salen a robar, no comen. Entiendo que les cueste
muchísimo entender porque después de tanto trabajo te terminaron sacando el
celular, o la billetera. Me robaron un montón de veces, me golpearon, me
sacaron todo, me asustaron, a mí también, yo ya lo conozco. Pero igual, no
pueden darse cuenta que el sistema de mierda en el que vivimos nos hace poner
unos contra los otros cuando el problema viene desde mucho más arriba, el
núcleo de toda esta inseguridad no son los "negritos de mierda" sino
este país que no le da posibilidades de prosperar a nadie, ni a ellos, ni a
vos, ni a mí. Quiere que estemos todos por debajo, que tengamos miedo de los
ladrones de la villa cuando son ellos los que nos están sacando todo. Me
sorprende que no puedan verlo, que culpen al nene que a los cinco años ya
fumaba marihuana, que nunca recibió educación, ni cariño de ninguna parte, que
nunca tuvo una chocolatada caliente a la mañana, que lo culpen a él de todo lo
que está mal en el país. No opinen solamente desde su lugar, nuestra realidad
no es la única que existe.
Ahí está
todo, pero yo no voy a perder el tiempo discutiendo con cabezas cerradas sobre
lo creo o no que está bien, porque la vida está allá afuera y el cambio también.