jueves, 26 de abril de 2018

Nuestra lucha


Hoy estaba caminando, pasaron como ocho hombres por al lado mío y todos me dijeron algo, cinco pasos más: los albañiles también tenían que dar un comentario, en esa misma esquina, uno me tocó bocina desde el auto. Me repugnan, los odio, porque cuando les contesto se ríen de mí, ¿Qué no valgo nada? ¿Cómo le explicamos que no nos gusta que nos piropeen en la calle? Ya se lo dijimos de todas las maneras posibles y después dicen  que nosotras somos las violentas. Nosotras, que bajamos la cabeza cuando pasamos por un grupo de chicos así no creen que los estamos provocando ni nada. Cuando les contestamos, tenemos terror porque quizás se ofenden y nos hacen algo.
Desaparecen chicas, las secuestran, las violan, las matan, las golpean. Todo el tiempo, en todas partes. No tenemos lugar de paz, es asfixiante.
Y encima nos critican, encima cualquier cosa que hagamos para ser escuchadas, lo usan como producto de burla, de chistes, de agresiones. ¿Cómo estar tranquila así?
Una chica violada por cinco tipos, que hizo la denuncia, había videos y fotos; el juez los condeno solo a nueve años porque "no se ve que ella se haya negado". Nueve años nada más para esos enfermos. ¿Saben a quién también condenaron a nueve años de cárcel? A una mujer que sufrió un aborto espontaneo y fue condenada por homicida.
No los entiendo.
Lloramos a los gritos, rompemos todos, hablamos en todas partes, nos desnudamos, nos tiramos al piso, nos escondemos, nos callamos, lo bancamos, cada una lo enfrenta como puede, y aun así, nadie nos toma en serio, nadie nos escucha realmente, a nadie le importa de verdad. No puedo explicar lo desesperante que es.
La mitad del país, los que tienen consciencia de clase, los que están informados sobre la realidad, los que tienen empatía; todos pidiendo por el aborto legal. Por todos los casos donde el Estado (como tantas veces) le dio la espalda a las mujeres. Mujeres sin recursos, sin conocimientos, mujeres con miedo, a las que las ignora.  Mujeres a las que culpabiliza por no querer dar un hijo en un mundo enfermo que no la ayuda, que cuando nazca esa misma sociedad que pide por su vida lo va a dejar morir de hambre.
Son tan hipócritas.
No les entra en la cabeza como las feministas "pueden ser tan egoístas de pedir solo por sus derechos", cuando muchos de ellos lo tienen servido desde el día en que nacen. No tuvieron que luchar por poder votar, por poder trabajar, por poder tener un puesto político o importante, por muchas cosas que nosotras sí. Pero a ellos no se les juzga, ¿Cuántos padres abandonaron a sus hijos? Nadie menciona eso, porque es algo “normal”.
No puedo explicar lo enojada que estoy porque no nos dejen decidir por nuestro cuerpo, nuestra vida y nuestro futuro; solo porque hay células desarrollándose en nuestro útero, que sí se va a convertir en una vida y nosotras nunca mataríamos a un bebé; por eso pedimos interrumpir el embarazo antes de los tres meses cuando el embrión a penas se comienza a denominar feto, no siente dolor, no siente nada, está en formación, no es un ser humano todavía. Y nosotras, los cuerpos gestantes, si somos seres humanos, si sentimos el dolor de que te den la espalda en hospitales públicos y tener que ir a un centro clandestino con una persona que probablemente no está capacitada para esa operación.
Es tan injusto que les indigne que tome una decisión sobre mi cuerpo, pero que no les indigne la burocracia que es adoptar, ni los huérfanos maltratados en los hogares, ni lo nenes durmiendo en la calle o pidiendo plata en el tren.
Solo les importa ser injustos con nosotras, que aceptemos la sumisión que declara la naturaleza que las mujeres solo sirven para procrear y criar hijos, que es nuestro principal deber y lo más importante de nuestra vida, en las condiciones que sea. Que aceptar ser madre es incluso más importante que ser vos misma.
Dicen que no las representamos, obviamente, cada una vivió sus experiencias y fue violentada de una manera distinta; porque todas lo fuimos, consciente o inconscientemente. Porque es cultural, porque siempre tuvimos que servir, callar y aceptar.

Por Chiara, por Lola, por Melina, por Paola, por Nicole, por Araceli, por Angeles, por Candela, por Micaela, por todas y cada una vamos a seguir luchando; porque en nosotras, compañeras, está el cambio.
No vamos a parar, la revolución será feminista o no será.



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