II. Una carta al niño fugaz

Hay tantas cosas que me molestan de esta situación pero, sin duda, la que más me duele, es que no dependa de mí.
Si fuera mi decisión, ya estaría durmiendo entre tus brazos como si nada pasara; porque si hay algo que hago siempre, es perdonar a las personas que quiero; porque me gusta verlas crecer y aprender, mucho más de lo que valoro mi propio orgullo.
No me importaría mandar todo a la mierda, solo por un beso tuyo en este momento.
Pero la realidad es otra, mi idealización esta demasiado alejada de este mundo.
Es que sos vos, son tus acciones espantosas y tus malas decisiones que son innegables, que me golpean cada vez que me acerco, es tu violenta manera de existir de la que ya nada puedo cambiar, la que esta completamente envenenada.
Me es imposible siquiera recordarte con cariño porque la persona que decidiste ser me intoxica y me lastima con su simple presencia en mi cabeza.
Es que no puedo hacer nada al respecto porque lo que yo extraño realmente no existe más, se desintegro en un segundo, no tuve tiempo ni de asimilarlo, que ya se había ido, todo lo que construí se destruyo en un abrir y cerrar de ojos.
Ahora estoy sola acostada en mi cama extrañando a la nada misma; y ese vacío me retuerce el estomago y me da vuelta toda la cabeza.
No sé qué hacer, necesito desintoxicarme rápido, casi con la misma velocidad en la que caí en esta historia romántica que termino siendo ficción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario