jueves, 4 de septiembre de 2025

La la land

¿Quién me iba a decir... que era esto?

Esta liviandad, esta sonrisa inagotable. Este calor en el centro del alma, esta dulzura con que se transita la vida. Esta calma, mi refugio, este amor.

Ser querida tan solo un poquito por vos, ya me vuelve super poderosa. El mundo sucede en un segundo plano, detrás de tus ojos, del otro lado de la ventana, lejos de nuestro abrazo que contiene, probablemente, todo el cariño y todo el sufrimiento que alguna vez conocimos.

¿Cómo se sentirá ser amada, entonces? Tener un universo en las manos. Eso que llevas encima: la promesa del infinito.

Hablamos de miedos mientras nos sumergimos en este mar de ternura, desnudos y con el corazón en la mano, como si el dolor no pudiera volver a hacernos daño o con la certeza absoluta de que es la única razón por la que vale morir, por la que vale también vivir.

Solo dejo de tocarte para poder escribirte, para impregnarte de eternidad. Para dar fe de tu existencia. Mi hombre hecho de un milagro, yo quiero ser la que te proteja, que bajes tus defensas, que descanses en mis piernas, que te alimentes de mis pechos, tallarte con los dedos. Vine para darnos la oportunidad que nos merecemos, de ser los últimos vestigios del romance.

Tu cuerpo como una expresión más del arte que me es concedida en secreto, en el medio de nuestras soledades, nos fusionamos como el destino, volviendo el uno al otro una y otra vez, hasta el colapso o la creación de una estrella. A tu lado todo es un nacimiento. Señor y soberano de la belleza en su estado más bruto, más valioso. Te dejo caer encima de mi tantas veces necesites para volver a levantar vuelo, tu inmensidad no puede romperme. Yo sé que tu fuerza no va a quebrarme porque me dejaste entrar a tu casa, a tu familia y a tu piel. Porque vivo en tu zona más vulnerable.

Nos volvemos uno para potenciarnos, dame el coraje y yo te doy cada de mis palabras. El silencio o la oscuridad, la sangre y las lágrimas, nos enamoramos también de nuestros demonios sin darle chance a traicionarnos. "Soy esto" me decís "No hay mucho más", aunque tu potestad me sea inabarcable. "No ves lo que yo veo" te repito. Yo soy testigo de la magia que exhala el fuego de tu esternón, en las serpientes que se mueven por tus brazos, en la tristeza que habita en tu mirada.

Yo te veo, mi amor. 


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