miércoles, 18 de octubre de 2017

Sintiendo(te)

Amo tenerte cerca y sentirme protegida. Amo que me cuides como si estuviera hecha de cristal, después de enfrentarme a tanto sola se siente increíble abrazarte y saber que ya no tengo que preocuparme por nada, que finalmente estoy a salvo. Que pase lo que pase, voy a tener mi taza de té y tu sonrisa cuando me levante, así sé que la tierra sigue en su órbita girando alrededor del sol y que todo esta bien.

Odio que no me tomes en serio, que no sepas escucharme y entenderme cuando más lo necesito. Que hagas chistes sobre mis luchas y mis causas, sobre mis creencias. Que no preguntes, que no te importe que es lo que me trajo acá, que es lo que me hizo así. Que no cuestiones nada, que aceptes, te rías y nada más. Sin ir más alla, sin explorar, sin investigar. No logro entender cómo es esa burbuja en la que vivís, tan escéptica al resto del mundo, tan alejada de todo.

Amo que te sientas orgulloso de mí, que me presentes lo más preciado de tu vida, que me hayas incluido en tan poco tiempo, en hacer que me sienta parte de vos. Que no tengas filtros cuando se trata de nosotros dos, estar entre tus amigos, entre tu familia, entre tu universo, sin nada por lo que avergonzarse, sin nada que ocultar. Amo que me dejes entrar, sentirme así de bienvenida. Tu confianza genera la mía, me hace sentir suficiente y capaz.

Odio cuando tenes la cabeza en otro lado, odio que estemos juntos físicamente pero no podamos coincidir más que eso. Odio las barreras que te separan de mí, o que vos mismo las construyas. Cuando parece que queres estar en otro lado, con otras personas, haciendo otras cosas. Todo el tiempo ocupado, mirando a otro lado, con pensamientos muy lejos de dónde estas. Que siempre tengas otra cosa para hacer, como si yo no fuera suficiente, como si te aburriera, como si estar al lado mío nunca fuera la mejor opción y estuvieras constantemente buscando mejores.

Amo que me quieras así de libre. Que me aceptes sin prejuicios, con todos los demonios que me persiguen del pasado, con los desastres en la cabeza. Con todos mis errores, con todo lo que me perturba. Me enseñas a amar de otra manera, más sana. Después de tanto tiempo ahogándome, sé lo que es respirar. Sé que puedo volar por días y semanas, puedo ir y verlo todo porque sos vos mi lugar para volver, mi hogar.

Odio que intentes hacerme creer que estoy equivocada cuando me preocupo por vos. Odio que no te pongas en mi lugar para verlo de la manera en que yo lo hago. Odio que digas que exagero, que no te des cuenta, que yo si te entiendo y por eso no estoy tranquila. Porque sé que algo no está bien. Sé que estas dejando que te consuman tus angustias, me desespera verte arder y que no escuches mis gritos. Odio que no me dejes ayudarte, que te escapes de mí, que no sea yo tu lugar seguro.

Amo que seas mi mayor inspiración para escribir, para amar, para vivir (que para mí es todo prácticamente lo mismo). Pero odio que nunca me leas, que no llegues a conocerme, es como si me miraras pero nunca me vieras verdaderamente.

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