martes, 14 de julio de 2020

Manifiesto en cuarentena II

De lo que van mis cortos casi 22 años de vida, solo me drogué con LSD tres veces. Lo que no es mucho pero suficiente como para intentar escribir sobre mi experiencia personal que es fantástica aunque cabe aclarar que todo lo que tiene de bueno también lo tiene de malo.
Es curioso porque todas esas veces también fume porro, entonces me divertía mucho en mi cabeza intentando descifrar que sensación pertenecía a qué droga. Me pasaba mínimo una hora en ese debate mental. Porque ambos me despiertan los sentidos a cierto extremo que cada detalle gana su propio protagonismo, todo es más de si mismo. Pero el LSD es algo más, no te perdes solo en tu persona sino en el universo.
Parece que lo estoy vendiendo y eso es lo último que quiero hacer porque me genera un miedo y una ansiedad tremenda, solo intento explicar con los recursos literarios que me parezcan necesarios.
No sé si tengo más pensamientos que lo normal, pero si que se sienten todos con una pesadumbre y una urgencia que pareciera ser vital. Cada pensamiento de lo más simple termina siendo de vida o muerte, como si nada pudiese proseguir si yo no soluciono o comento esa circunstancia en el momento. Eso es increíble y es justamente la razón por la que mi ansiedad se vuelve tan intensa, tan pesada, que todas la veces siento que no voy a sobrevivir. A todos les pasa, pero a las personas que llevan impaciencia, tristeza o ansias encima, es mucho peor. Es una tortura. Todo parece el fin de mundo, es solo entender la existencia de las maneras más extremas.
Cada decisión es un esfuerzo descomunal, agarrar un vaso puede ser toda una travesía y exigir un trabajo que quizás te tome solo unos segundos, pero cuando estás ahí, el tiempo ya no es lineal entonces cada acción crea su propio camino y no tenes idea de cuánto puede tardar. En el proceso de evitar tener que tomar una decisión terminas dejando las palabras en el aire o te descubris con los ojos cerrados. Nada tiene sentido. El cerebro procesa y transmite de una manera muy peculiar, a veces se me ocurre que es la única manera que tenemos de vivir una ficción, o algún tipo de experiencia incorpórea, no me refiero a algo espiritual sino más bien percibir y explayar nuestros sentidos a algo más que normalmente no podemos.
Si hay algo de lo que sí soy culpable en esta vida, es de tomar mucho alcohol. Sé lo que es estar ebria en todos los niveles posibles y puedo asegurar que no se compara bajo ningún aspecto. El alcohol te atonta, te hace olvidar, te anestesia, perdes completamente el control. El LSD te despierta, te eleva a la potencia y es adrenalina hasta en las situaciones más calmas. Me acuerdo de llegar a mi casa a las ocho de la mañana y no poder dormir porque tenía el corazón latiendo como si hubiera hecho dos horas seguidas de cardio. Para nada lindo.
Lo que sé apreciar es que no te hace olvidar, a mi personalmente, me hace más consciente de lo normal. Me hace estar constantemente persiguiendo la razón en un laberinto de información que me es imposible confiar en mis sentidos. Por eso es tan difícil la movilización y hasta poder expresarme con palabras pero no porque no pueda pensar sino que al contrario es porque estoy analizando demasiadas cosas juntas. Y todo esto lo puedo escribir, justamente gracias al hecho de que son sensaciones muy fuertes que me puedo acordar perfectamente, los caminos por donde iba mi mente, los problemas que me hacía y las soluciones que buscaba. Me acuerdo de todo.
Cuando estábamos caminando alrededor del rosedal con Leo. Era infinito. Todo alrededor era permanentemente igual (y desenfocado) entonces fue como estar intentando avanzar encima de una cinta eléctrica. Me es imposible explicarlo en palabras, solo puedo decir que después de eso puedo darme cuenta claramente como la mayoría de los artistas, muchos de los pintores famosos, estaban increíblemente drogados cuando hacían sus obras. Hay también muchas canciones y videos que no logro comprender si fueron hechos para gente bajo los efectos de estupefacientes (ignorando el hecho de que los autores probablemente sean drogadictos como prácticamente todas las personas públicas) o también esta la clara posibilidad de que simplemente todo parezca mejor, más rico, más bueno, más divertido y por eso se siente especial. No importa mucho igual.
Lo más irreal que llegue a concebir fue viajando en el colectivo. En sí decirlo ya me parece bastante increíble que una situación tan mundana se me haya hecho algo tan excepcional. Yo estaba en mi asiento pero sin embargo se sentía como si no tuviera cuerpo, me miraba las manos pero no las entendía como mías, era en realidad como si mi cuerpo tuviera seis manos entonces yo no sabía que músculo mover para controlar esas que yo estaba viendo. Entonces deje de intentar percibir mi corporalidad. Por otra parte mi oído no cuenta porque solo escuchaba o prestaba atención a mis propios pensamientos. Lo más loco era intentar descifrar que estaba pasando en la ventana como que el mundo había perdido por completo su forma, como si lo que pasara en frente mío eran imágenes en 3D que yo intentaba enfocar pero que nada tenía limites entonces era casi imposible entender el panorama, solo podía rescatar pequeños fragmentos para mantenerme ubicada en tiempo y espacio. Querer explicarlo me deja como una desquiciada total por eso todos los drogadictos hacen pintura, música o ficción. Los únicos que hacían ensayos existenciales y sensitivos al respecto eran los filósofos pero por eso mismo nadie los toma en serio.
Yo tengo la necesidad de querer controlar todo y por eso hago el análisis de cada puta cosa que pasa en mi vida, pero en realidad no es importante.
Creo que si se da en optimas condiciones puede ser un viaje literalmente extraordinario que te lleve a lugares copados e interesantes.
Si bien me parece de las experiencias más reales por ser tan sensorial y tan entretenido, placentero en todo lo que es bueno. En mi personalidad también es abrumador y sofocante.
El ying y el yang. No se puede todo.

*Aclaración de que esto no fue escrito bajo los efectos de ningún estupefaciente que altere mis sentidos.

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