martes, 29 de septiembre de 2020

II. Un poema para la chica del otro lado

Las cataratas de fuego

le bañan los pensamientos,

fuego en extinción,

que se funde entre las cenizas.


Como la luz de una estrella lejana

que amenaza con apagarse

sus ojos me encuentran

mientras batalla con la noche.

 

En su retrato bailan algunos trazos

donde su autor olvidó el pincel,

algunos dicen que son constelaciones,

a mi me devoran como agujeros negros.


En lugares recónditos de su piel,

como braile,

se lee su historia.

Pero nadie puede tocarla.


Al tropezarme con su alma

le juro mi lealtad y mi espada.

Le susurro promesas

que el reloj de arena me reclama.


Con su indiferencia me convierte en cristal

en el rencor no logro reconocerla,

frente al espejo le grito

¿Cómo hacer que me ames?

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