miércoles, 2 de septiembre de 2020

lejos esta la realidad en la que alguna vez viví, los abrazos que usaba de escudos o las bocas donde buscaba destinos.

en un mundo paralelo a este año quedaron las tardes de mate, las charlas abajo del sol, las palabras que me predominaban.

mis manos vacías, como mi cama, como la quinta taza de té del día, como mi bandeja de entrada.

los días vacilan entre grises o amarillos, blancos o negros, a veces rosas pero ya no importa porque el tiempo me robo todos los colores, olvide como mirarlos.

también se llevó la mitad de mis otros sentidos. pero todavía escucho a mi cabeza cada vez que me despierto. el viento, la lluvia, su voz. algunas cosas nunca cambian.

la naturaleza llamándonos, tentandonos. la serpiente otra vez se burla de nuestra debilidad y hoy todos somos Eva, saboreando cada pecado sabiendo que puede ser el último. donde cada mordida nos deja más al descubierto, donde hasta Dios perdió la fe en nosotros.

me quedan solo los sonidos, los ecos de una vida que no fue y nunca será.

las voces huecas que devoran mis fuerzas intentando ser escuchadas cuando no tienen nada que decir.

las voces de los cuatro elementos que poco saben sobre darse por vencidas.

las lágrimas hechas de la misma agua que nos recorre en la sangre. la tierra vibrando bajo nuestros pies dando a luz a todos esos árboles a los que le robamos el aire para poder existir. y finalmente el fuego que gracias a nuestro silencio todo lo consume, eterno esclavo de su hambre, infinitamente insaciable, presuntamente imparable.




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