El que domina las palabras ya tiene medio mundo en sus manos, la otra mitad la construye con sus versos. Como el Dios de todo lo que todavía no existe que paradójicamente crece con la materialización. Alimentado a base de té de miel y cajas sonoras.
¿Pero qué se yo de paraísos y creaciones? Hija prodigia del pecado y eterna esclava de las estructuras.
¿Qué se yo de libertad? Siendo el mismísimo dragón vigilando un castillo que hace años está vacío.
Rezando desde que me despierto sin saber a dónde dirigir las plegarias.
Proclamándome atea a los gritos después de ser bautizada en cada sueño y en cada parpadeo.
El idioma nos queda dos tallas más chico, en el afán de querer utilizarlo termino rompiéndome; los retazos de mi persona no llaman tu atención, los cuerpos incompletos nunca fueron de tu interés.
Lo que no se nombre no existe y mi boca no sabe pronuncia tu nombre, sos una idea, un concepto incorpóreo, energía que me atraviesa pero no puedo tocar.
Religión de los necios. Fieles creyentes de la nadadería.
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