Maldito insomnio que me atraviesa las pupilas, que me hace temblar, que llena mi cama de terror para que no entre nadie, ni siquiera yo.
Intente con la meditación, viaje hacia el túnel de mi pasado, ese que tanto me advirtieron que no me podía hacer daño. Pero bastante me tuve que sacudir para esquivar el tan conocido frío de las cataratas recorrer mis mejillas.
¿Hacía dónde quiero ir? Llegue al final pero ahí no estaba mi destino ¿ahora qué?
Si hablo del presente ¿por qué los recuerdos lo monopolizan todo?
No existe tal dolor, como no existe tal amor, como hoy no hay encuentro, como no aparece el destinatario.
Tanto tiempo escribiendo a esta soledad, solo para que me utilice como leña para alimentar ese fuego, esa hoguera que ilumina cada una de mis cicatrices, uno a uno hace danzar a mis errores.
Eso también soy, solo que todavía no se invento la palabra adecuada (o yo no sé dónde más buscarla).
Tan lejos se encuentra mi cuerpo, pero al fin pude librarme de él. Quizás al salir el sol vuelva a apoderarse, pero esta noche de insomnio soy mía. Se llevo todos mis pensamientos, para mi suerte descubro que en el fondo no quedaba un vacío sino que una lenta melodía de piano ¿quién lo hubiera dicho?
Hoy un poco que escribo porque vos me lo pediste ¡que despiadada mi soledad!
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