viernes, 30 de mayo de 2025

Oasis

 Hablo de vos como una epifanía aunque seas mi presente constante.

Jamás voy a poder acostumbrarme a esta belleza, mencionarte sin sonreír atontada no-creyente de la fantasía que me envuelve, que me recuerda día tras día, lo mucho que vale la pena estar acá y ahora. El resto se aleja y vos no haces más que acercarte abriéndote camino con ternura y luz hacia mi pecho, donde espero pasar el resto de mi vida anidada, en tu calidez de sol naciente.

Resignificando al amarillo, ya no más como el color de la espera, de la transición, de lo que llega yéndose. Lo convertís en promesa cumplida, en el desenlace dorado que me bendice, preparándome para el siguiente acto de bautismo 

que es verte desnuda.

Arrodilladas rodeando tus sonidos de virgen sanadora andamos las almas cansadas de tanta búsqueda, admiramos tu silencio bullicioso, tu decir sin palabras donde crece ese lenguaje que se nos cuela hasta los huesos, que nos endereza. Erguidas hacia el cielo, finalmente dejamos de preguntarnos, no porque encontremos las respuestas sino porque entendemos que el desconocimiento es más rico y generoso que la sabiduría inventada por los hombres.

Aprendí a rezarte con la mirada cada vez que te encuentro iluminándome. Solo te pido dos segundos más de los que soy capaz de aguantar, conocer esa ínfima agonía que me quiebra los limites para poder, sola pero bajo tu consentimiento, caer hacia al reverso del mundo. Transformar ese impacto de meteorito en el big bang diario que me expande hacia tu nacimiento.


sábado, 17 de mayo de 2025

Partes de una mujer

 No consigo dormir, tengo una mujer atravesada entre los párpados.

Eduardo Galeano


Todos quedan maravillados cuando te vas (pero en la presencia mucho más), la sensación de verte pasar como a una estrella fugaz mientras yo te señalaba festejando "ella es mi sol de cada día". Amor es verte reír como una confesión a gritos de toda la poesía escondida, mientras la ciudad llora. El vino te brilla en los ojos pero el futuro te roba las palabras. Únicas testigos: la luna y yo. Busco en la punta de mis dedos algún indicio de haberte tocado, un resto de cenizas, un ardor que me queme. Serte testigo, una última vez.

"Mi miedo más grande es quedarme sin patria" confesé. Para esa Navidad me regalaste las llaves de tu casa, invitándome a ser eternas, a gobernar juntas un país, un hogar, una cama. A veces una necesita un lugar donde nada puede fallar, ese lugar para mí, sos vos. Me respondiste con tu frente alta y el rostro esculpido por alguna diosa olvidada. Mi princesa indiscutida, toda la vida y toda la poesía guardada en tus bolsillos de mar. Todavía tengo tu foto pegada en la heladera, todavía me alimento de tu persona.

Virginia le escribió a Vita "Palabra de honor: como te movías/ la noche que te fuiste" ¿Te movías en los sexual o porque te estabas yendo? ¿O ambas ciertas y simultáneas? Como vos me enseñaste a habitar las contradicciones. El movimiento juntas y el movimiento de alejarse son igual de excitantes. 

No me acostumbro a ver la lluvia desde otro lado que nos sea tu mirada. Me consuela imaginarme el día que te vuelva a besar, sostener tu felicidad en mis manos, acariciarla. Volver como se vuelve a la casa de la infancia, al calor de un hogar, a los brazos de mi amada.

domingo, 4 de mayo de 2025

Caída libre


 

Me duele el cuerpo como si hubiera sido aplastada por todo el abandono, como si tu ausencia no fuera el agujero negro que suponía sino, más bien, la gravedad de las infinitas galaxias colapsando acá, justo acá, en el medio de mi pecho, en la sangre de mi boca.

Por qué si yo, después de tantos saltos al vacío, decido resguardarme, soy egoísta. Pero vos, evitando el dolor de quererme ¿sos una revolucionaria?

¿Cómo puedo luchar, si estoy muerta? ¿Cómo salvarnos, si ya no existo? ¿No te contaron de lo peligroso que era andar por la ciudad con el corazón en la mirada y el alma partida en cada brazo?

Mi última suplica: no te despidas jurándome el final, repitiendo sin parar, para que entienda, para que me quede claro que no voy a ser tu persona, que no soy la elegida, no soy la excepción; no me hagas la escena de un adiós definitivo para volver al día siguiente a decir que me extrañas. Si sabias que me tomaba tus palabras como huérfana frente a una copa de vino, como verdad absoluta. ¿Cuánto más puedo alejarme? Si estoy a un paso del olvido.

Amor, mírame a mí, no a este precipicio que nos sucede. ¿Si o no? Porque llevo un rato cayendo, me pedís que te espere pero me desarmo con el viento, me despellejan estas piedras, me muero de sed ¿Dónde estás?

Me pregunto si quedará como el último bastión de recuerdo solo la desilusión de tus ojos, por la eternidad entera.