No consigo dormir, tengo una mujer atravesada entre los párpados.
Eduardo Galeano
Todos quedan maravillados cuando te vas (pero en la presencia mucho más), la sensación de verte pasar como a una estrella fugaz mientras yo te señalaba festejando "ella es mi sol de cada día". Amor es verte reír como una confesión a gritos de toda la poesía escondida, mientras la ciudad llora. El vino te brilla en los ojos pero el futuro te roba las palabras. Únicas testigos: la luna y yo. Busco en la punta de mis dedos algún indicio de haberte tocado, un resto de cenizas, un ardor que me queme. Serte testigo, una última vez.
"Mi miedo más grande es quedarme sin patria" confesé. Para esa Navidad me regalaste las llaves de tu casa, invitándome a ser eternas, a gobernar juntas un país, un hogar, una cama. A veces una necesita un lugar donde nada puede fallar, ese lugar para mí, sos vos. Me respondiste con tu frente alta y el rostro esculpido por alguna diosa olvidada. Mi princesa indiscutida, toda la vida y toda la poesía guardada en tus bolsillos de mar. Todavía tengo tu foto pegada en la heladera, todavía me alimento de tu persona.
Virginia le escribió a Vita "Palabra de honor: como te movías/ la noche que te fuiste" ¿Te movías en los sexual o porque te estabas yendo? ¿O ambas ciertas y simultáneas? Como vos me enseñaste a habitar las contradicciones. El movimiento juntas y el movimiento de alejarse son igual de excitantes.
No me acostumbro a ver la lluvia desde otro lado que nos sea tu mirada. Me consuela imaginarme el día que te vuelva a besar, sostener tu felicidad en mis manos, acariciarla. Volver como se vuelve a la casa de la infancia, al calor de un hogar, a los brazos de mi amada.
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