jueves, 30 de abril de 2020

Abril en Buenos Aires


El sol desfila sobre la ciudad con su narcisismo cotidiano. Se exhibe, no abandona su ego, pero busca hasta en las sombras de los edificios alguien que la nombre, que le dé el reconocimiento que se merece, que comenten sobre su poder de otorgarle colores a todo, que le agradezcan.
Pero las calles de Buenos Aires jamás le fueron tan indiferente. En el pasto, en los semáforos, en el río, en las hamacas, nadie.
El destierro de Adán y Eva, otra vez, pensó. ¿A qué tipo de desobediencia se debe ahora?
El aire del exterior es más puro pero frío, no por su temperatura, sino su lejanía, su gusto peligroso, con sabor a falsa libertad y la espesura de todos los miedos.
Quieren respirarlo para sentir que su presencia en el mundo no es tan finita, tan sumisa, tan limitante.
Pero su Dios, o su ciencia, o el poder equivalente a estos dos, los sitúan en su insignificancia, los esconde de todo lo que crearon. Ahora saben lo que se siente ser traicionados por sus propios fundamentos, sometidos por sus manos, por su composición.
En las avenidas las fuerzas de seguridad no le permiten pasar a los autos, pero existen demonios capaces de abrirse camino en silencio, sin identificación, puede entrar donde deseen, hasta sin consentimiento, casi como el espíritu santo. Las barreras no son un obstáculo cuando la oscuridad puede tomar cualquier forma, la de ese auto, la de ese anillo, la de esa voz, la de Adán.
Algunos caen en la tentación, todos están pagando por los pecados de otros, de sus antepasados, o por los suyos. Son demasiados.
El exilio busca sanarlos, mejorarlos. Se confunden, entienden todo al revés. Se desvanecen, pierden equilibrio, se convierten en serpientes.
La fina línea del bien y el mal pierde nitidez por falta de luz.
Los rayos no atraviesan las paredes revocadas, los rezos no se escuchan, se disipan en la casa, se ahogan bajo un mismo techo.
El paraíso vacío.
El sol se vuelve a preguntar ¿Estas viva Eva? ¿Qué fue lo que hicieron esta vez?







Fotos: Nicolas Stulberg, Veronica Ruiz y Walter Carrera

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