lunes, 19 de octubre de 2020

 Gainza dijo que toda persona que alguna vez aspiró a ser escritor seguramente haya escrito algo sobre el mar. Yo agrego, que cualquiera en busca de ser poeta, le escribe sus primeros versos a la lluvia.

Ante todo esa nostalgia que nos alimenta, que muchas veces solo podemos encontrarla en los aspectos más crudos: el sexo, la soledad, el hambre o la muerte.

Desde que soy chica, mis primeras inspiraciones llegaron de la lluvia y de la música, deben estar conectadas en algún punto, en la expresión de la belleza sin las limitaciones de lo estético, de las barreras que son nuestros ojos.

¿Cómo les pueden pasar inadvertido, a tanta gente, los gritos de dolor que nos llegan en cada trueno?

Quizás es una advertencia de que ahí arriba no está el paraíso que tanto anhelamos.

El cielo intentando una y otra vez comunicarse con nosotros, creando su lenguaje hace siglos, lluvias, nieve, huracanes, no logramos entender sus patrones (no prestamos suficiente atención). Buscamos las respuestas en las posiciones de la luna y las estrellas, él se enoja porque no vemos que en realidad están más cerca todavía, solo había que levantar la mirada.

Desde aca sentada trato de descifrarla, pero al final, el sol totalitario y tirano despierta; silencia sin esfuerzo los alaridos de las nubes, no le gusta que molesten a sus creaciones.

Y a mi solo me deja con un texto impresentable.

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