Los martes son algo así como mis únicos días libres. Cuando no tengo que estar estudiando, haciendo trámites, ni viajar de aca para alla (es decir, muy pocas veces); me pongo a pensar en lo que quiero, los cambios que necesito, lugares dónde escapar.
Hoy me pase dos horas mirando playas de Latinoamérica, dónde me gustaría ir y observando precios inalcanzables para mí. Comencé a mirar a mi alrededor y sentí claustrofobia dentro de la tan conocida habitación en la que vivo, las puertas y ventanas estaban abiertas, pero era mucho más que eso. Me atacó un fuerte sentimiento de encierro, a mi casa, a mi ciudad, a mi rutina.
Puse adentro de mi mochila un par de cuadernillos, un libro, lapiceras de colores, una botella de agua y me fui con mis auriculares a uno de mis lugares favoritos de Buenos Aires.
Porque el sentimiento de prisión me sofoca y no quiero estar condicionada por nada, necesito demostrarme que tengo posibilidades todavía, a pesar de todo, de tomar las decisiones que necesite en el momento para alimentar mi alma.
Hoy me pase dos horas mirando playas de Latinoamérica, dónde me gustaría ir y observando precios inalcanzables para mí. Comencé a mirar a mi alrededor y sentí claustrofobia dentro de la tan conocida habitación en la que vivo, las puertas y ventanas estaban abiertas, pero era mucho más que eso. Me atacó un fuerte sentimiento de encierro, a mi casa, a mi ciudad, a mi rutina.
Puse adentro de mi mochila un par de cuadernillos, un libro, lapiceras de colores, una botella de agua y me fui con mis auriculares a uno de mis lugares favoritos de Buenos Aires.
Porque el sentimiento de prisión me sofoca y no quiero estar condicionada por nada, necesito demostrarme que tengo posibilidades todavía, a pesar de todo, de tomar las decisiones que necesite en el momento para alimentar mi alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario