domingo, 29 de marzo de 2020
miércoles, 25 de marzo de 2020
Naturaleza
Well I know when you're around 'cause I know the sound
I know the sound, of your heart.
The Sound - The 1975
Sentada mirando el paisaje, puedo jurar que todo a mi alrededor tiene tu esencia, mi ángel.
Son las tres de la tarde, siento al sol quemando mi piel como lo solía hacer tu tacto.
Veo al río correr y me recuerda a tu mente, a los vaivenes de tus pensamientos (siempre tan impredecibles) que me generan tanta curiosidad, como si las sirenas me cantaran desde allí. Sé que ahora luce tranquilo, pero cuando el agua comienza a "crecer", todo desborda, todo se pone turbio y podría jurar que adentro se encuentra el Kraken listo para devorarnos.
Me da miedo meterme demasiado profundo sin saber cual de esas criaturas va a ser la que me ahogue.
Me rodean los árboles, de diferentes tamaños y por todos lados, son como tu naturaleza, aquella que la gente no sabe apreciar, no se animan a adentrarse para descubrir las hermosas ninfas que te habitan.
Aca la flora coexiste con su fauna en un divino equilibrio que espero no romper, es mi maldita condición humana que no me deja ser solo testigo sino que siempre necesita ser protagonista.
Hay rocas gigantes, piedras por todos lados, como gárgolas vigilando los límites, manteniendo todo en orden. Las relaciono con tu fortaleza, o mejor dicho, con toda esa solidez que te gusta interpretar, esa que queres demostrar al mundo. La falsa imagen de que sos así de macizo e inquebrantable.
A lo lejos visualizo las sierras, las montañas de distintos tamaños. Pareciera estar viendo la representación de tus latidos, desparejos, a veces muy distantes que llega a asustar, otras veces, tan juntas que no se logra distinguir donde termina una y comienza la siguiente.
Arriba el azul del cielo es abrumador (como tu preciosidad), me siento en los campos Elíseos, este es mi paraíso y tu voz es Morfeo cantandome en el oído, porque jamás algo me trasmitió tanta paz como escucharte.
lunes, 23 de marzo de 2020
Nihil
“Di tu palabra y rómpete” Nietzsche
Se levantó, pero al caminar
se sintió incomoda moviéndose sobre sus dos piernas, entonces apoyó sus
rodillas y las dos palmas de las manos, era un animal en cuatro patas.
El calor penetraba por las
paredes y por su piel, la ropa la sofocaba, era una prisión a su alrededor. Se
liberó, dejo al húmedo aire recorrer su cuerpo desnudo.
Estaba hambrienta, su
estómago se retorcía como si se hubiera tragado un pequeño demonio. Mirando la
cocina se dio cuenta que no reconocía ningún elemento, mirándose a sí misma
desconocía hasta sus manos, olvidó como se usaban los pulgares. Las ideas en su
cabeza no tenían forma, eran más bien un río de pensamientos incontenibles.
Salió de su casa, se
acomodó sobre sus dos piernas nuevamente, y corrió.
Era una imagen peculiar la
que le ofrecía a todos aquellos que la observaban pasar, se movía rápido,
demasiado quizás, pero era esa misma adrenalina de su corazón golpeándola con
fuerza lo que la motivaba, poniéndose a prueba a ella misma, desafiando las
leyes de la física para comprobar si verdaderamente los latidos podrían
partirle el pecho. Descubrió que si abría la boca y sacaba la lengua era más
fácil respirar, entonces lo hizo.
Se dirigió al que siempre
fue su restaurante favorito, al que solía ir todos los viernes a la tarde a
almorzar. Se acordó de la pecera que tenía el lugar, se le hizo agua la boca.
Cuando finalmente llegó, entro
caminando despacio entre las mesas, los comensales la miraban atónitos mientras
digerían su elaborado desayuno, nadie se animaba a interrumpirla, mucho menos
enfrentarla.
Sabía exactamente lo que
había venido a buscar, se movía lentamente hacia su objetivo, recuperando aire,
observando a los pescados nadar tranquilamente en su pequeño mundo artificial,
escépticos a su presencia y a todo el curioso escenario que ella estaba
protagonizando en ese momento.
Con sus sentidos más
despiertos que nunca y sus habilidades que parecían potenciadas, como si fuera
la primera creación del Señor, la más genuina y pura sin toda la contaminación
de la evolución sobre su ser, metió la mano en el recipiente rápidamente para poder
agarrar una de esas criaturitas, lo sintió retorcerse entre sus dedos, luchar
por su diminuta vida como si fuera la último que le quedara.
Logró sacarlo del agua, antes
que se le escapara, antes que la detuvieran, se lo puso en la boca para
masticarlo. Eso quería, saborear esa sangre agría mezclada con el agua dulce y
el gusto a pescado, pero las pequeñas espinas se le clavaron en las encías, en
un movimiento espontaneo y primitivo, escupió los restos en el frío piso de mármol.
A su alrededor podía
percibir como las personas movían la boca, gritaban, aullaban, no entendía los sonidos,
las palabras ya no tenían forma ni sentido, se había olvidado cómo funcionaba
el lenguaje humano.
Al final, ella también gritó.
Gritó más fuerte que todos, con un alarido casi bestial que parecía venir del origen
de su existencia, una voz hecha de fuego que le quemaba la garganta. Su boca
abierta de par en par, estaba virtuosamente roja, por su sangre, por la del
pescado, por la de su historia.
Cerró los ojos, y se
desvaneció.
No es que se haya
desmayado. Sino que físicamente fue desapareciendo hasta que de su presencia no
quedo más rastros que el piso sucio y los peces alborotados.
Hay pruebas, hay videos que
grabaron los testigos. Se puede ver exactamente como su figura se va
distorsionando con su entorno hasta que se pierden los límites de su cuerpo y
después no está más, simplemente se consumió con las llamas de su voz.
Fue una noticia viral por
todo el mundo, obviamente, en su barrio no se habló de otra cosa por años.
Pero como con todo, el
tiempo se cobró sus deudas, hizo que los hechos fueran aceptados como ediciones
mal hechas en las imágenes, su historia se volvió inverosímil, y como ella,
termino disipándose en el aire.
Abecedario descendente
A veces agarraba alcohol, buscaba besos bonitos, cantaba coros caóticos. Decía ¿dormir? después.
Festejaba, fue fiesta, finalizó.
Garganta golpeada, ganas hechas heridas. Irreparable, inevitable.
Jugaba, jadeante.
Karma, lo llamaba.
Lucia media moribunda mientras murmuraba, nos negociaba ñoquis o omelettes; para partir probando queso.
Quimioterapia, quería recuperarse.
Romina rozaba rarezas simpáticas.
Soñábamos salvarla.
Sus suspiros terminaban.
Todas unidas usabamos velas.
Vinimos valerosas, volvimos vacías.
Veneramos wiskhy, Xochipilli y ya zarpamos.
Festejaba, fue fiesta, finalizó.
Garganta golpeada, ganas hechas heridas. Irreparable, inevitable.
Jugaba, jadeante.
Karma, lo llamaba.
Lucia media moribunda mientras murmuraba, nos negociaba ñoquis o omelettes; para partir probando queso.
Quimioterapia, quería recuperarse.
Romina rozaba rarezas simpáticas.
Soñábamos salvarla.
Sus suspiros terminaban.
Todas unidas usabamos velas.
Vinimos valerosas, volvimos vacías.
Veneramos wiskhy, Xochipilli y ya zarpamos.
viernes, 20 de marzo de 2020
Marzo en Argentina
Por primera vez en nuestra historia, estamos bajo aislamiento total y obligatorio a razón de una pandemia mundial. Mucha gente dice que es exagerado, otros tantos se sienten como en vacaciones.
Una vez, escuche en un podcast a un chico que contaba lo que vivió en la tragedia de Cromañon (que poco tiene que ver con esto), pero para resumir, él cuenta que fue a ese show con su hermano y su mejor amigo, en medio del incendio estos últimos dos quedaron inconscientes por todo el humo que habían inhalado; cuando los llevaron a los tres a un hospital colapsado, la enfermera le indicó que había solo un respirador disponible, se fue apurada a atender a otros pacientes y le dijo a él que le ponga 3 minutos de respirador a cada uno, que se los vaya pasando. Este chico, tenía en sus manos la vida de sus dos seres queridos, si se lo dejaba a uno solo algunos segundos de más, el de al lado podía morir, si no lo iba moviendo para cada uno a tiempo, cualquiera de los dos podría haber dejado de respirar. Su mejor amigo, su hermano, ningún profesional alrededor, solo él y sus manos temblando.
Ese es el sistema de salud que tenemos en casos extremos.
Eso es lo que pasa, no hay infraestructura suficiente para todos los argentinos si el contagio fuera tan masivo. Por eso estamos encerrados hoy.
Esto significa una medida de prevención, porque nuestra país no puede abordar una situación límite, no estamos en condiciones de poder afrontarlo.
A partir de las decisiones que se tomen ahora, aunque suene inverosímil, puede depender la vida de mucha gente.
Hace solo tres semanas atrás en Argentina recién nos enterabamos del virus que se expandía en Europa, hoy tenemos más de ciento veinte casos confirmados en el país.
Es importante. Nuestra salud pública es un privilegio, pero no se puede abusar a ella.
No tenemos los recursos suficientes.
Hoy nos quedamos en casa, y después vamos a poder contar cómo gracias a un Estado presente y responsable, pudimos superar una de las épocas más caóticas para el mundo.
Una vez, escuche en un podcast a un chico que contaba lo que vivió en la tragedia de Cromañon (que poco tiene que ver con esto), pero para resumir, él cuenta que fue a ese show con su hermano y su mejor amigo, en medio del incendio estos últimos dos quedaron inconscientes por todo el humo que habían inhalado; cuando los llevaron a los tres a un hospital colapsado, la enfermera le indicó que había solo un respirador disponible, se fue apurada a atender a otros pacientes y le dijo a él que le ponga 3 minutos de respirador a cada uno, que se los vaya pasando. Este chico, tenía en sus manos la vida de sus dos seres queridos, si se lo dejaba a uno solo algunos segundos de más, el de al lado podía morir, si no lo iba moviendo para cada uno a tiempo, cualquiera de los dos podría haber dejado de respirar. Su mejor amigo, su hermano, ningún profesional alrededor, solo él y sus manos temblando.
Ese es el sistema de salud que tenemos en casos extremos.
Eso es lo que pasa, no hay infraestructura suficiente para todos los argentinos si el contagio fuera tan masivo. Por eso estamos encerrados hoy.
Esto significa una medida de prevención, porque nuestra país no puede abordar una situación límite, no estamos en condiciones de poder afrontarlo.
A partir de las decisiones que se tomen ahora, aunque suene inverosímil, puede depender la vida de mucha gente.
Hace solo tres semanas atrás en Argentina recién nos enterabamos del virus que se expandía en Europa, hoy tenemos más de ciento veinte casos confirmados en el país.
Es importante. Nuestra salud pública es un privilegio, pero no se puede abusar a ella.
No tenemos los recursos suficientes.
Hoy nos quedamos en casa, y después vamos a poder contar cómo gracias a un Estado presente y responsable, pudimos superar una de las épocas más caóticas para el mundo.
viernes, 6 de marzo de 2020
Taragüí
Entre a ver un árticulo de una chica que contaba cómo llegó hace una semana a Irlanda y ya había podido conseguir trabajo. Me emocionó la idea. Ella escribió como se fueron dando las cosas y los consejos que daba para animarse a viajar. Todos dicen más o menos lo mismo, hay que jugársela, agarrá tus cosas, subite un avión y cómete al mundo. Dicen que te abre la cabeza.
El texto contaba desde el principio de todo, que su papá estaba haciendo los trámites para tener ciudadanía italiana; que ella hace más de cinco años planeaba con irse del país, que los sueños se cumplen si uno se esfuerza lo suficiente.
Para ser sincera, me aburrió.
Esas realidades me parecen tan alejadas a la mía que a veces la siento como una ficción medio repetitiva. Si yo tuviera que llevarme todo lo que tengo, solo viajaría con mi dos perros y una deuda a mi nombre que arrastro hace un año.
La verdad es que me es más interesante leer cuestiones que me atraviesan.
Estoy hace cuatro horas leyendo Nuestra parte de la noche de Mariana Enriquez, es una obseción hermosa que creció a dentro de mí. Como la historia transcurre mayormente en Misiones/Corrientes, me cuesta diferenciar su ficción con el mundo verdadero que conozco.
Me habla de la tierra roja, del calor húmedo que te entra por los poros, de las flores de jacaranda y de la veneración a la Virgencita de Itatí. Me sumerjo tan profundamente que pierdo noción de lo que me rodea, me ahogo en lágrimas, siento como si ese mismo sol que describe estuviera quemándome la piel en ese momento, resucita a mis recuerdos. Me interpela e inspira como solo la literatura sabe hacerlo.
Esa es la realidad en la que yo vivo. Mis ancestros no vinieron de Europa. Nuestra sangre es la de los nativos a los que esos extranjeros vinieron a robarles las tierras. Mis abuelos, como algunas de mis tías, nacieron en el medio del campo, donde no llegaba la electricidad y el agua la bombeaban de los pozos que ellos mismos cavaron.
Nuestra infancia es sentarnos a tomar mate cocido, tirarle el pan adentro para que se moje y escuchar a nuestro abuelo contando historias inverosímiles pero que nadie se atreve a contradecir en voz alta.
Una vez fuí a las Cataratas del Iguazú*, porque esos son mis viajes y ese lugar es el verdadero sueño hecho realidad. Se lo conté a él, y él me contó a mí. "Guazú significa grande en guaraní*, mija. Yo fuí allá, cuando todavía no había caminos, no habían construido nada. Yo descubrí las Cataratas a los machetazos." Yo creo que en todas sus historias hay un poco de verdad y un poco de mentira, exagera para entretenernos (eso lo heredó mi mamá). Nosotros nos reímos. Pero sospecho que algo de cierto debe tener.
Yo vivo en Buenos Aires pero Corrientes me corre por las venas.
Todo me lleva allá porque el lugar son las personas, y nuestro hogar está donde no llega el miedo.
Hay una razón por la que tenemos la piel de los pies más gruesa y es para que no nos duela tanto cuando se nos incan las ortigas. Es por tanto caminar descalzo por la tierra roja que parece lava después de estar todo el día encandilada por el sol. La de nuestras yemas de los dedos también parecen más duras, es por tanto remover la tierra con nuestras manos, es por las tortas de barro, es por agarrar la pava hirviendo o el picole congelado.
Me es más fácil empatizar con esto. Con las tortas fritas con dulce de leche y el ruido de los tambores en los carnavales.
Mi familia no tiene ciudadanías porque somos del campo.
Yo vengo de ahí, de los tariferos en los yerbatales, las guainas que jugaban con muñecas hechas de marlo de choclo, los gauchos con bombachas y las abuelas cocinando porotos en ollas gigantes.
*Antigua ortografía de Iguazú 'gran cantidad de agua', y guazú 'grande'
* El término "guaraní" quiere decir guerra. Es el apodo que le otorgaron los españoles por el "guaraní", grito de guerra de su pueblo. Los "guaraníes" no existen, son carios y se denominan ñandeva (nosotros) o ava (humanos)
El texto contaba desde el principio de todo, que su papá estaba haciendo los trámites para tener ciudadanía italiana; que ella hace más de cinco años planeaba con irse del país, que los sueños se cumplen si uno se esfuerza lo suficiente.
Para ser sincera, me aburrió.
Esas realidades me parecen tan alejadas a la mía que a veces la siento como una ficción medio repetitiva. Si yo tuviera que llevarme todo lo que tengo, solo viajaría con mi dos perros y una deuda a mi nombre que arrastro hace un año.
La verdad es que me es más interesante leer cuestiones que me atraviesan.
Estoy hace cuatro horas leyendo Nuestra parte de la noche de Mariana Enriquez, es una obseción hermosa que creció a dentro de mí. Como la historia transcurre mayormente en Misiones/Corrientes, me cuesta diferenciar su ficción con el mundo verdadero que conozco.
Me habla de la tierra roja, del calor húmedo que te entra por los poros, de las flores de jacaranda y de la veneración a la Virgencita de Itatí. Me sumerjo tan profundamente que pierdo noción de lo que me rodea, me ahogo en lágrimas, siento como si ese mismo sol que describe estuviera quemándome la piel en ese momento, resucita a mis recuerdos. Me interpela e inspira como solo la literatura sabe hacerlo.
Esa es la realidad en la que yo vivo. Mis ancestros no vinieron de Europa. Nuestra sangre es la de los nativos a los que esos extranjeros vinieron a robarles las tierras. Mis abuelos, como algunas de mis tías, nacieron en el medio del campo, donde no llegaba la electricidad y el agua la bombeaban de los pozos que ellos mismos cavaron.
Nuestra infancia es sentarnos a tomar mate cocido, tirarle el pan adentro para que se moje y escuchar a nuestro abuelo contando historias inverosímiles pero que nadie se atreve a contradecir en voz alta.
Una vez fuí a las Cataratas del Iguazú*, porque esos son mis viajes y ese lugar es el verdadero sueño hecho realidad. Se lo conté a él, y él me contó a mí. "Guazú significa grande en guaraní*, mija. Yo fuí allá, cuando todavía no había caminos, no habían construido nada. Yo descubrí las Cataratas a los machetazos." Yo creo que en todas sus historias hay un poco de verdad y un poco de mentira, exagera para entretenernos (eso lo heredó mi mamá). Nosotros nos reímos. Pero sospecho que algo de cierto debe tener.
Yo vivo en Buenos Aires pero Corrientes me corre por las venas.
Todo me lleva allá porque el lugar son las personas, y nuestro hogar está donde no llega el miedo.
Hay una razón por la que tenemos la piel de los pies más gruesa y es para que no nos duela tanto cuando se nos incan las ortigas. Es por tanto caminar descalzo por la tierra roja que parece lava después de estar todo el día encandilada por el sol. La de nuestras yemas de los dedos también parecen más duras, es por tanto remover la tierra con nuestras manos, es por las tortas de barro, es por agarrar la pava hirviendo o el picole congelado.
Me es más fácil empatizar con esto. Con las tortas fritas con dulce de leche y el ruido de los tambores en los carnavales.
Mi familia no tiene ciudadanías porque somos del campo.
Yo vengo de ahí, de los tariferos en los yerbatales, las guainas que jugaban con muñecas hechas de marlo de choclo, los gauchos con bombachas y las abuelas cocinando porotos en ollas gigantes.
*Antigua ortografía de Iguazú 'gran cantidad de agua', y guazú 'grande'
* El término "guaraní" quiere decir guerra. Es el apodo que le otorgaron los españoles por el "guaraní", grito de guerra de su pueblo. Los "guaraníes" no existen, son carios y se denominan ñandeva (nosotros) o ava (humanos)
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