“Di tu palabra y rómpete” Nietzsche
Se levantó, pero al caminar
se sintió incomoda moviéndose sobre sus dos piernas, entonces apoyó sus
rodillas y las dos palmas de las manos, era un animal en cuatro patas.
El calor penetraba por las
paredes y por su piel, la ropa la sofocaba, era una prisión a su alrededor. Se
liberó, dejo al húmedo aire recorrer su cuerpo desnudo.
Estaba hambrienta, su
estómago se retorcía como si se hubiera tragado un pequeño demonio. Mirando la
cocina se dio cuenta que no reconocía ningún elemento, mirándose a sí misma
desconocía hasta sus manos, olvidó como se usaban los pulgares. Las ideas en su
cabeza no tenían forma, eran más bien un río de pensamientos incontenibles.
Salió de su casa, se
acomodó sobre sus dos piernas nuevamente, y corrió.
Era una imagen peculiar la
que le ofrecía a todos aquellos que la observaban pasar, se movía rápido,
demasiado quizás, pero era esa misma adrenalina de su corazón golpeándola con
fuerza lo que la motivaba, poniéndose a prueba a ella misma, desafiando las
leyes de la física para comprobar si verdaderamente los latidos podrían
partirle el pecho. Descubrió que si abría la boca y sacaba la lengua era más
fácil respirar, entonces lo hizo.
Se dirigió al que siempre
fue su restaurante favorito, al que solía ir todos los viernes a la tarde a
almorzar. Se acordó de la pecera que tenía el lugar, se le hizo agua la boca.
Cuando finalmente llegó, entro
caminando despacio entre las mesas, los comensales la miraban atónitos mientras
digerían su elaborado desayuno, nadie se animaba a interrumpirla, mucho menos
enfrentarla.
Sabía exactamente lo que
había venido a buscar, se movía lentamente hacia su objetivo, recuperando aire,
observando a los pescados nadar tranquilamente en su pequeño mundo artificial,
escépticos a su presencia y a todo el curioso escenario que ella estaba
protagonizando en ese momento.
Con sus sentidos más
despiertos que nunca y sus habilidades que parecían potenciadas, como si fuera
la primera creación del Señor, la más genuina y pura sin toda la contaminación
de la evolución sobre su ser, metió la mano en el recipiente rápidamente para poder
agarrar una de esas criaturitas, lo sintió retorcerse entre sus dedos, luchar
por su diminuta vida como si fuera la último que le quedara.
Logró sacarlo del agua, antes
que se le escapara, antes que la detuvieran, se lo puso en la boca para
masticarlo. Eso quería, saborear esa sangre agría mezclada con el agua dulce y
el gusto a pescado, pero las pequeñas espinas se le clavaron en las encías, en
un movimiento espontaneo y primitivo, escupió los restos en el frío piso de mármol.
A su alrededor podía
percibir como las personas movían la boca, gritaban, aullaban, no entendía los sonidos,
las palabras ya no tenían forma ni sentido, se había olvidado cómo funcionaba
el lenguaje humano.
Al final, ella también gritó.
Gritó más fuerte que todos, con un alarido casi bestial que parecía venir del origen
de su existencia, una voz hecha de fuego que le quemaba la garganta. Su boca
abierta de par en par, estaba virtuosamente roja, por su sangre, por la del
pescado, por la de su historia.
Cerró los ojos, y se
desvaneció.
No es que se haya
desmayado. Sino que físicamente fue desapareciendo hasta que de su presencia no
quedo más rastros que el piso sucio y los peces alborotados.
Hay pruebas, hay videos que
grabaron los testigos. Se puede ver exactamente como su figura se va
distorsionando con su entorno hasta que se pierden los límites de su cuerpo y
después no está más, simplemente se consumió con las llamas de su voz.
Fue una noticia viral por
todo el mundo, obviamente, en su barrio no se habló de otra cosa por años.
Pero como con todo, el
tiempo se cobró sus deudas, hizo que los hechos fueran aceptados como ediciones
mal hechas en las imágenes, su historia se volvió inverosímil, y como ella,
termino disipándose en el aire.
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