sábado, 28 de noviembre de 2020

Deficiencia

Sobre los asientos, esperanza.
Encima del altar, mentiras.
En el libro, improbables.
De comida una hostia.
De bebida, un vino solo para él.
El resto, bocas secas. 
Bocas hambrientas.
Largas túnicas y ojos vacíos.
Miradas cómplices, susurros peligrosos.
Palabras huecas, ilusiones vanas.
Amén.
Otro domingo igual.
En la habitación de ellos, dinero de otros dueños.
Los niños, ansiosos, una y otra vez,
con más esfuerzo
tal vez la próxima. 

lunes, 9 de noviembre de 2020

Declaración del desvarío

La lluvia y todo lo que no soy me ayudan a levantarme.
Cuando el calor de la tierra sangrando no me sofoca, es más fácil encontrarme.
Me faltan letras, tengo hambre de poesías.
La pantalla como el peor de los espejos porque no revela nuestro exterior sino algo más profundo, más interno.
Más me desconozco, más me pierdo en todas las vidas que no estoy viviendo.
Esperando la respuesta que nunca llega de mi ángel de la guarda, otro más que me abandona a mi suerte.
Embebecida en el agua que de tanto limpiarme me dejo sin esencia, se llevo mi dolor como mi decencia.
Arrastrándome por atención de números encriptados, de rostros sin ojos, de palabras sin sonidos. De quién hoy es solo un eco de canciones que alguna vez me representaron, de sonidos que fueron latidos pero ahora no son más que zumbidos que la noche amordaza.
Ese temible cielo oscuro que todo lo tiene de mí pero nada quiere, lo supo antes de mi nacimiento; la noche tan eterna, tan inevitable, jamás se amistaría con una de las pecadoras efímeras. Nosotras alardeamos de nuestra hermandad porque conocemos de su silencio, que no nos contradice pero tampoco nos acepta. Nos juzga y nos protege, la religión de un mundo sin sombras pero tristemente abstracto, con déficit de colores.
Hay un abismo que nos atraviesa, pero la historia no olvida: estamos hechos por agua y por vida, en esta fábula son los meteoritos quienes nos esquivan.

miércoles, 21 de octubre de 2020

Vida o muerte

 Acá, en el borde del abismo entre la vida y la muerte, cuando todos los problemas que alguna vez tuve se vuelven insignificantes frente al verdadero final, mis últimos segundos de existencia, que se me escapan en cada parpadeo.

Primero me llega el olor: humo, fuego, cenizas.

En segundo lugar comencé a escuchar el hambre de las llamas, como se iba tragando todo lo que encontraba a su paso, sin masticar, esclava de su propia voracidad.

Después fue el aire consumiéndose a gran velocidad, saborear las partículas sólidas de una combustión en proceso, un gusto negro, casi metálico, agrio.

Cierro los ojos, repaso lo que aprendí en terapia: intentar mantener la calma para no entrar en pánico. Analizar lentamente lo que me esta pasando.

Busco en mi mente toda la información que me pueda servir para este momento. Una vez leí, algo así como que el humo tardaba 15 minutos en afectar por completo al pulmón. Hago las cuentas, habré empezado a respirarlo hace aproximadamente 5.

Mi psicóloga me decía que todo lo que me rodeaba, las situaciones, el lugar, hasta mi propio cuerpo, eran estímulos superficiales que no podía permitir que dañen mi esencia, mi verdadera persona, quién soy realmente.

Contar hasta diez, respirar, encontrarme.

“Somos los que amamos” decía una canción que solía escuchar en mi adolescencia.

10. Inhalo. El mar

La manera más fiel que encontró el arte para manifestarse en materia, en elemento, en su mismísima inmensidad. La paz que me genera ver el vaivén de las olas, el agua fría recorriéndome la piel.

9. Exhalo, Castiel

Acostarnos abajo del sol, le leo mi cuento favorito mientras se duerme una siesta en mis piernas. Mi ángel, mi perro. Nueve años de pureza y felicidad.

8. Inhalo. Domingos

Asados en familia, vinos baratos, helados de dulce de leche, gritos y risas recolectando pedazos del pasado que el tiempo nos quiere arrebatar.

7. Exhalo. Mis amigas

Sus sonrisas mientras nos pasábamos el mate, los karaokes en inglés donde inventábamos nuestro propio idioma, miradas cómplices, noches de alcohol, mañanas de resaca y té negro.

6. Inhalo. Agronomía

Un poco de libertad en medio de la ciudad. Los árboles, los caballos, los estudiantes sentados en rondas. El futuro en nuestras manos.

5. Exhalo. Avenida Rivadavia. Empiezo a sentir el calor penetrándome, atravesando cada uno de mis poros. Mezclándose con mi sangre.

La marea verde arrasando el Congreso. Algunas lloran, otras bailan. Cada una lucha como puede, siempre juntas. Invencibles.

4. Inhalo. El oxígeno escasea, mi garganta arde. Elvira Sastre

Leer poesía en voz alta hasta quebrarme. Hasta romperme, porque del colapso nacen las galaxias.

3. Exhalo. Robbers

The 1975, la música que me salva. Las guitarras tocando mis cuerdas vocales, mis latidos en armonía con la batería.

2. La última inhalación, ya no existe el aire puro. Florencia

El mundo aparte que construimos. Nosotras dos. Creciendo y aprendiendo, la vida no da tanto miedo acompañada de tu mejor amiga.

1. Exhalo sobre el Barrio 202

Virasoro, el pueblito de Corrientes dónde nací, dónde está mi familia, mi corazón.

Tierra roja, veranos que arden.

Abro los ojos, el fuego está acá.


Los días grises

 Los días grises, lluviosos, fríos, nos pertenece a nosotros, a los poetas. El café negro, los corazones rotos, los vaivenes, amigarse con la soledad, odiarla después de unos minutos. Es como si estos días, dónde el resto del mundo se resguarda e intenta esconderse de las gotas, nosotros encontramos una razón para mostrarnos verdaderamente, para conocernos, para la auto contemplación.

Por esos tipos de pensamientos vagaba sentada mirando por la ventana de la cafetería más económica que logre encontrar dentro de las calles de Buenos Aires. “Siempre refugiándote en tus aires de superioridad” solías decirme, y cómo me enfurecía, porque tenías tanta razón. Porque desde la mirada artística, estar sola (otra vez) reflexionando sobre un glacial martes de invierno, era algo más mágico, más trascendental, más literario que la simple acción de la realidad, que era no tener con quién compartir el café y las medialunas que eran vitales en mis hábitos de supervivencia.

Entre el tercer y el cuarto sorbo, te encuentro caminando en la multitud. Imposible no verte, un rayito de sol atravesando este lúgubre clima y los rostros apagados de todos aquellos que te rodean.

Casi que me enoja ver como seguís igual de resplandeciente, como si la vida en vez de pasarte por encima, a vos te acompaña y te ayuda a crecer, te volves su amigo.

Sos el primero que veo recorrer la lluvia sin un paraguas. Porque en vez de evitarla, siempre te gusto apreciarla. Una de las pequeñas cosas que teníamos en común, los dos adorábamos los días así. Solo que vos siempre preferiste salir a sentirla mientras que yo me conformo con ser una espectadora y escribir sobre ella. Cada uno con su forma de venerarla.

Te creció el pelo, los rulos mojados caen sobre tu cara como una cascada marrón. Nunca aprendí a describirte de maneras más objetivas, más claras. Por suerte la naturaleza siempre me otorgó los recursos necesarios para encontrar metáforas y comparaciones exactas, que para mí, se adaptan más correctamente a tu persona que simples adjetivos vagos e imprecisos.

Me imaginé que pasaría si me vieras ahora. Si nuestras miradas se cruzaran por un milisegundo y recordarás la finita vida que tuvimos juntos. Si en esa pequeña conexión me dieras una señal, de qué sentís, de qué pensas, de qué nos pasó.

Entras a la cafetería y te sentas en frente mío como si fuera una cita planeada, sin pedir permiso, sin invitación porque el mundo es tuyo, como si yo fuera tuya.

“Hola” te digo, para simular que todavía tengo el control de la situación, para tener, al menos, la primera palabra.

“Hola, disculpa que llegue así de la nada, fue un impulso cuando te ví, no lo pensé bien pero ya estoy acá sentado así que no tenemos escapatoria”

Se me escapa una sonrisa inocente al darme cuenta que, a pesar de todos los meses sin vernos, estar con vos se siente con cierta seguridad como con un amigo con el que compartiste toda tu adolescencia y a pesar de la distancia, del crecimiento, todavía existe una confianza impenetrable de todas las historias que compartieron.

“Está bien, vamos a tomar algo y hablar de la vida, por los viejos tiempos”

Pedís un té negro, le pones poca azúcar porque pensas que tomarlo demasiado dulce es una falta de respeto al sabor de sí mismo, es decirle al té que su gusto no es suficiente. Siempre tan considerado.

“Te iba a decir que casualidad encontrarnos hoy, pero sería mentira. Vos en una cafetería, yo caminando por la lluvia. Un poquito de lo que somos. Así también nos conocimos ¿Te acordas?”

¿Cómo no me voy a acordar? Si escribí cientos de poemas sobre ese día, te hubiera respondido. Pero evito ser demasiado sincera porque siento que me pone en una posición más vulnerable. Y yo me prometí a mí misma, jamás volver a ponerme ahí. Porque con esa misma cara de ángel tenes la habilidad de destruir palacios enteros con pocas palabras. 

“Si me acuerdo, se me escapan algunos detalles. Pareciera que fue en otra vida” Respondo verdades a medias. Ni mucho, ni poco, lo justo.

“Pasaron cuatro años ya, no es tanto pero se siente como un montón. Cuánto cambiamos ¿no? Cuánto crecimos”

Me acuerdo de todo eso, de que los dos teníamos veinte años y buscábamos casi caprichosamente cumplir nuestros sueños, intentar vivir de lo que amábamos, intentar hacernos un nombre en la industria del arte.

Eso fue lo primero que nos unió al conocernos, nuestro hambre de encontrar y trasmitir belleza al mundo. El miedo a trabajar en una oficina, a tener una vida vacía de colores, de experiencias interesantes. El amor a las rimas, a los ritmos, a los ideales. Tan apasionados que rozabamos lo ridículos, Ni siquiera nos llevábamos tan bien pero estábamos todo el tiempo juntos porque manejábamos la misma intensidad, y al final del debate terminábamos acordando que todo es relativo, que ambos teníamos un poco de razón. Esa era la única manera de llegar un acuerdo.

Imagine que levantabas la mirada, me veías, entrabas a tener una última conversación conmigo, a ayudarme a cerrar este ciclo. Que nos reíamos, recordábamos y nos poníamos al día.. Nos felicitábamos por haber alcanzado nuestras metas, aclarábamos sobre lo mucho que nos amamos y cómo eso se transformó a otra cosa que no pudimos manejar, en que la única manera de salir sanos de eso era separarnos, de que está todo perdonado, que estábamos orgullosos. Que maduramos y cerramos ese ciclo.

Pero vos no me viste, porque no me estabas buscando (como yo a vos) y seguiste tu camino, que es otra manera de darme las respuestas que necesito. Porque simplemente ya no formo parte de tu vida, y aunque me duela admitir, vos tampoco perteneces a la mía.

Ya no queda lugar en mi poesía ni en esta cafetería para que te sientes. Seguí caminando debajo de la lluvia, yo prefiero quedarme acá calentita, mirándola. Despidiéndote con mis ojos.


lunes, 19 de octubre de 2020

 Gainza dijo que toda persona que alguna vez aspiró a ser escritor seguramente haya escrito algo sobre el mar. Yo agrego, que cualquiera en busca de ser poeta, le escribe sus primeros versos a la lluvia.

Ante todo esa nostalgia que nos alimenta, que muchas veces solo podemos encontrarla en los aspectos más crudos: el sexo, la soledad, el hambre o la muerte.

Desde que soy chica, mis primeras inspiraciones llegaron de la lluvia y de la música, deben estar conectadas en algún punto, en la expresión de la belleza sin las limitaciones de lo estético, de las barreras que son nuestros ojos.

¿Cómo les pueden pasar inadvertido, a tanta gente, los gritos de dolor que nos llegan en cada trueno?

Quizás es una advertencia de que ahí arriba no está el paraíso que tanto anhelamos.

El cielo intentando una y otra vez comunicarse con nosotros, creando su lenguaje hace siglos, lluvias, nieve, huracanes, no logramos entender sus patrones (no prestamos suficiente atención). Buscamos las respuestas en las posiciones de la luna y las estrellas, él se enoja porque no vemos que en realidad están más cerca todavía, solo había que levantar la mirada.

Desde aca sentada trato de descifrarla, pero al final, el sol totalitario y tirano despierta; silencia sin esfuerzo los alaridos de las nubes, no le gusta que molesten a sus creaciones.

Y a mi solo me deja con un texto impresentable.

domingo, 11 de octubre de 2020

que ayer solo eras toda la hermosura
eres también todo el amor, ahora.

- borges ♥

Otro camino

Naufragando por el bosque, con las ramas hambrientas arrancándome a pedazos la ropa, la noche masticándome los talones  y el viento susurrándome la salvación en un idioma desconocido. Con el mapa que está en mi mente pero perdió todos sus colores, sus señales y sus palabras. Con los gritos que mueren mucho antes de alcanzar mi garganta, y el frío que hace tambalear la poca valentía que todavía guardo en mi canasta, la que pareciera pesar más con cada bocanada de aire que abrazo.

Él aparece de la nada, nacido de las sombras como un ángel caído. Su pelo brilla más negro que la oscuridad y en sus ojos todavía ardían brasas de una hoguera en extinción. Todo su alrededor iluminaba.

Con su primera mirada yo ya había encontrado mi camino. Confirme lo que tanto se sospechaba de que la esperanza está ligada a la luz, porque en él encontré ambas.

Sin dirigirme la palabra ya estábamos comunicados. Tomó de mi mano, me aferré fuerte como un último soldado a su espada. Me guió entre las tinieblas con pasos firmes, decidido, parecía ser amigo de todos mis miedos. Me recordó a esos viejos cuentos que solía leer, dónde los navegantes iniciaban su travesía siguiendo una estrella en busca de sus deseos, él era la mía. 

Se detuvo, me mostró el camino indicado para llegar a mi destino. Yo no quería soltarme aunque era consciente de que no merecía su compañía eterna pero solo me bastaba con un par de minutos más, conquistar un pedazo más de infinidad, descifrar alguna palabra en sus ojos o en sus manos, robarme unos segundos más de su inmunidad.

No se despidió, ni tampoco me pidió nada a cambio, desapareció tan rápido como había llegado. La oscuridad ya no me asustaba sino que ahora era la soledad quien se había presentado, la que me robaba el aire respirandome en el cuello.

Pero tuve que seguir, ya no tenía excusas, mi abuela estaba esperándome.

Muchas veces me tentó la idea de escaparme hacia al bosque solo para buscarlo, es decir, para que él me encuentre. Termine apreciando esa naturaleza a la que tanto había temido aquella noche, aprendí a disfrutar de su escolta, a no escaparme hacía mis destinos sino a disfrutar el camino. En cada parte de la preciosidad de los árboles me lo encontraba, me reflejaban su hermosura pero nunca más volví a verlo.

Con el tiempo, los rumores lograron tergiversar la historia, la gente dice que me envió por el camino más largo para después comerme.

Jamás nadie me preguntó, pero deben existir peores formas de morir que ser devorada por él.

jueves, 1 de octubre de 2020

la rebelión comenzó
cuando los números multiplicados por cero
quisieron ser algo más.

Sobre bautismos

 La consigna es escribir sobre mis orígenes en la literatura, pienso, se me ocurre, ¿dónde empezó todo?

  • Cuando Sherlock Holmes, con solo tocarme las manos, me descubrió (el big bang dentro).
  • A los diez años, cuando le escribí esa carta a mi papá - que estaba en el hospital - pidiéndole, que si me amaba de verdad, no vuelva a ahogarse en su vino. (Nunca supe si la leyó, o si alguna vez me amo)
  • Cuando Alicia me corrigió un trabajo escribiendo en el márgen "espero que me dediques tu primer libro"
  • Cuando nací.
  • Cuando perdí mi corazón y sin buscarlo, terminé encontrándolo en un poema de Elvira Sastre.
  • Mientras recorría la narración de John Katzenbatch donde, al final, había una revelación sobre quién era (yo).
  • Cuando me perdí en el abismo de sus ojos y las palabras me dieron alas para poder recorrerlo.
  • Cuando caí al inframundo junto a Percy y Annabeth.
Quizás todavía nada empezó.



martes, 29 de septiembre de 2020

II. Un poema para la chica del otro lado

Las cataratas de fuego

le bañan los pensamientos,

fuego en extinción,

que se funde entre las cenizas.


Como la luz de una estrella lejana

que amenaza con apagarse

sus ojos me encuentran

mientras batalla con la noche.

 

En su retrato bailan algunos trazos

donde su autor olvidó el pincel,

algunos dicen que son constelaciones,

a mi me devoran como agujeros negros.


En lugares recónditos de su piel,

como braile,

se lee su historia.

Pero nadie puede tocarla.


Al tropezarme con su alma

le juro mi lealtad y mi espada.

Le susurro promesas

que el reloj de arena me reclama.


Con su indiferencia me convierte en cristal

en el rencor no logro reconocerla,

frente al espejo le grito

¿Cómo hacer que me ames?

miércoles, 2 de septiembre de 2020

lejos esta la realidad en la que alguna vez viví, los abrazos que usaba de escudos o las bocas donde buscaba destinos.

en un mundo paralelo a este año quedaron las tardes de mate, las charlas abajo del sol, las palabras que me predominaban.

mis manos vacías, como mi cama, como la quinta taza de té del día, como mi bandeja de entrada.

los días vacilan entre grises o amarillos, blancos o negros, a veces rosas pero ya no importa porque el tiempo me robo todos los colores, olvide como mirarlos.

también se llevó la mitad de mis otros sentidos. pero todavía escucho a mi cabeza cada vez que me despierto. el viento, la lluvia, su voz. algunas cosas nunca cambian.

la naturaleza llamándonos, tentandonos. la serpiente otra vez se burla de nuestra debilidad y hoy todos somos Eva, saboreando cada pecado sabiendo que puede ser el último. donde cada mordida nos deja más al descubierto, donde hasta Dios perdió la fe en nosotros.

me quedan solo los sonidos, los ecos de una vida que no fue y nunca será.

las voces huecas que devoran mis fuerzas intentando ser escuchadas cuando no tienen nada que decir.

las voces de los cuatro elementos que poco saben sobre darse por vencidas.

las lágrimas hechas de la misma agua que nos recorre en la sangre. la tierra vibrando bajo nuestros pies dando a luz a todos esos árboles a los que le robamos el aire para poder existir. y finalmente el fuego que gracias a nuestro silencio todo lo consume, eterno esclavo de su hambre, infinitamente insaciable, presuntamente imparable.




bouncy boy
dos minutos en mirarte
dos horas en ahogarme
dos días en enamorarme
dos lágrimas en escucharte
dos vidas en olvidarte.


Ese dolor, ese miedo

convertido en fuego y vibraciones.

El viento me lo trajo,

un día antes de que se termine el mundo,

la lluvia me susurró

que habíamos entendido todo al revés:

en el infierno estaba el verdadero paraíso

porque los demonios habían elegido

y ahora vos lo reinabas todo.

(La democracia de los subestimados)

El niño nativo

que fue el primero en la creación

pero el último en ser encontrado.

Detrás de la oscuridad,

de las cenizas, del color azabache,

en el desliz del agua salada

sigue vivo el brillo de la esmeralda.

Esperando el día de tu bautismo,

porque todavía no descubriste

que aca arriba también somos pecadores.

viernes, 14 de agosto de 2020

Abrazos clandestinos

 No va a ser nada nuevo admitir que extraño muchas cosas, como lo hacemos todes, de nuestra antigua vida.

Es el día ciento cuarenta y ocho de cuarentena pero los números hace tiempo que ya perdieron su valor, como también ahora la gente es indiferente a las horas o la cantidad de contagiados.

El mundo es lugar curioso y extraño. Principalmente para nosotros, los seres humanos dueños de todo a los que la naturaleza obligó a esconderse en su cueva nuevamente.

Un dos mil veinte vacío, silencioso, arrasador. Sobre todo, triste.

Obviamente extraño los besos y el tacto con otra persona, pero eso está lejos de ser mi mayor añoranza.

Quiero sentarme en el pasto, mirando el río, leyendo y tomando jugo de naranja. Como si la realidad fuera ese diminuto espacio de belleza, esa inmensidad del agua, del horizonte, del imponente sol. Quiero sentirme viva.

Principalmente lo que más extraño es a mi familia. Siempre fui consciente de mi suerte por ser parte de ellas y ahora que no las puedo abrazar hay una parte de mi alma que no puede sanar.

Extraño a mis tías, que son como mis amigas, que con cada copa de vino levantan más la voz y hablan sobre su recuerdos. Las mujeres más increíbles que conozco, que se ríen de su pasado que de tanto que las golpeó no se dio cuenta de que las estaba haciendo invencibles. Extraño que se muevan al costadito de la silla para dejarme sentarme en la otra mitad, que me cuenten cómo eran ellas a mi edad, que declaren sus secretos a los gritos porque ya no tienen nada que ocultar, porque estando todas juntas ya no existe el miedo. Porque estar en familia significa estar en casa.

El mes pasado, Flor y Rocio vinieron dos días. Mi felicidad está ahí en la risa de las personas que amo. Ellas, mi mamá, Fabian. Y de repente todo vale la pena, la espera, el encierro, la batalla por esta vida. Todo cobra sentido mientras las dos me abrazan de cada lado y yo me siento abrigada por primera vez en este invierno despiadado. Nos pasamos la noche cantando, hablando de nada y de todo, inventando juegos en el momento, probando tragos con todo lo que entre en la licuadora. Gritamos, nos peleamos, nos amamos más que nada. Discutimos sobre películas, política, feminismo. Lloramos contandonos nuestros miedos y nuestros descubrimientos. Siempre terminamos en nuestros padres. Son las ocho de la mañana y mi mamá dice que no la dejamos dormir asi que se sienta a hablar con nosotros. No queremos dormir, no podemos dormir porque no queremos que se termine, porque todavía nos queda mucho por decir. Porque necesitábamos esto. Porque no hay nada como mi familia. 

Mi tía Lili nos repite todos los días lo mucho que nos extraña. Después por una videollamada mientras mirabamos una película nos confiesa que le duele la garganta y que Omar dio positivo de Covid. 

A esta vida a la distancia le falta color (y piedad).

Hay momentos de luz pero el mundo que está allá afuera ya no es el mismo.

Yo me pregunto quienes vamos a ser nosotros cuando salgamos.

lunes, 10 de agosto de 2020

Las superpoderosas

 "Quería contarles que Gabriela, la que estaba embarazada, iba al parque todas las noches en bicicleta. Ataba su bici a un árbol y atendía a sus clientes ahí al lado. Y yo pensaba en este sistema de mierda donde dos criaturas que están en el vientre de una mina, tiene que asistir a semejante espectáculo. Les pregunto a ustedes si pensaron alguna vez que la poesía podía tener una forma tan concreta."

Eso nos comparte Camila Sosa Villada en su charla TEDx, y también en su libro "Las Malas", donde a muchos les gustaría encontrar ficción en uno de los relatos más crudos y honestos en la literatura argentina.

Las historias y la vida de las travestis que trabajan en la calle es una realidad que la sociedad se esfuerza constantemente en invisibilizar, encubrir y lo peor de todo, negar. Negarle el derecho no solo a su identidad, sino directamente a su existencia.

Si todos las conocemos, las vimos, las percibimos en la calle. ¿Por qué insisten en ocultarlas en la oscuridad, en las sombras, en la noche? ¿Por qué cuesta tanto darle la voz y el espacio que se merecen?

La violencia sistemática con las que se las oprime diariamente es inhumana. No solo de las fuerzas policiales, sino de comunidades enteras, en todo tipo de lugares y principalmente de los hombres que pagan para estar con ellas. Se creen dueños y señores, demonios que en realidad son débiles, con una masculinidad tan frágil que se puede romper con dos uñas acrílicas, con tres palabras de más.

Pienso en la cantidad de privilegios que me rodean, mientras que Camila cuenta como a mi edad sentía sobre su cuerpo el cansancio como de cincuenta años, después de tanta mierda, tanto odio, tanta muerte, tanto dolor. "Hace semanas me alimentaba solo a base de pan negro y mate cocido; pero no quería salir a trabajar" dice, y yo siento que como feministas le debemos algo, que no estamos luchando lo suficiente por estas mujeres que tienen una esperanza de vida hasta a penas los 40 años, con suerte.

"Tan solo con agachar la cabeza las travestis logran el don de la transparencia que les ha sido dado en el momento de su bautismo"

No puedo expresar la manera en que atraviesa y testifica ese libro, con sus voces y su realidad que si fueran escuchadas podrían destruir este falso orden social de lo correcto que creemos habitar. No me corresponde y no es justo que alguien más que ellas mismas cuenten su historia, que perforen los secretos de la sociedad, los fantasmas de los que se hicieron amigas en la noche, los pecados que les susurraron en el oído, la fuerza con que golpearon su existencia.

La lucha sigue, y cada día de su vida es una batalla ganada a este sistema que las silencia, que las esconde, que las castiga.

Hay libros que son necesarios. Hay personas, como Camila, que son totalmente indispensables, para romper estructuras y ahogarnos de verdad.

"Si alguien quisiera hacer una lectura de nuestra patria por la que hemos jurado morir en cada himno, esta patria que se ha llevado vidas de jóvenes en sus guerras, esta patria que ha enterrado gente en campos de concentración, si alguien quisiera hacer un registro exacto de esa mierda; entonces debería ver el cuerpo de la Tia Encarna. Eso somos como país también, ese daño sin tregua al cuerpo de las travestis. La huella dejada en determinados cuerpos, de manera injusta, azarosa y evitable, esa huella de odio."


viernes, 7 de agosto de 2020

5 días

01.

Leo un poco a Patti Smith cuando puedo (porque es un mes difícil), me envuelve con su cotidianidad y cariño, se siente como un abrazo. No todo tiene que ser fantástico. Hay historias enteras dentro de las tazas de café y los lapices de colores que valen la pena ser contadas.

Leí solo tres textos de ella. Me siento acompañada. Es como que mientras la leo puedo dar vueltas por sus notas, por sus cafeterías, por su casa, por sus pensamientos.

Hay una mundanidad extraordinaria que la caracteriza como a los poetas, donde desde lo más habitual crean hogares y evocan sentimientos.

La leo recorriendo calles, paseando por librerías, por restaurantes de la ciudad leyendo su libro del momento, escribiendo y anotando todo lo que pasa por su cabeza.

La siento tan real, una verdad que atraviesan a los amantes de la literatura, ese amor y compañerismo que se encuentra en la soledad y la autocontemplación.

Es hermoso como solo escribe sobre su día a día pero con su simple persona ya puede generar algo tan ameno, tas disfrutable como es leerla.


02.

Ya no sé que día de la cuarentena es, ni si seguimos vivos, ni si soy un ser humano real.

Tengo obligaciones que cumplir y bastantes tareas que tendría que hacer pero prefiero quedarme abajo del sol leyendo a Patti Smith. La quiero tanto. Sus emociones y su simpleza me emocionan.

Como ella busca los portales de Murakami por Japón, a mi me genera unas incontrolables ganas de encontrar sus cafeterías en New York.

Inclusive sin hacer nada, me ayuda a manejar certezas tan grandes que me llenan, me alimentan de tal manera que no necesito nada más.

Sin ningún esfuerzo y sin notarlo, ya recorrí la mitad del libro. Quiero abrazarla y abrazarme a sus historias un rato eterno más. Siento que quiero leerla para siempre. Que epifanía de la más hermosa haberla encontrado.

"Que fácil es enamorarse de un animal" dice, yo pienso en mis amores, en Castiel, en los perros de San Pedro, en lo fácil que me fue enamorarme de ella con tan solo dos textos. 

No sé exactamente porqué pero me tiene llorando, con ella solo me brota, me nace. Me habla de la casa azul mientras yo escribo en mi cuaderno de Frida. Me habla del feminismo que le queda grande porque ella ya es grande, pero la cito:

"Estaba rodeada de un puñado de conferenciantes en un foro de mujeres para mujeres, serias activistas cuyas tribulaciones apenas alcanzaba a comprender. Estar en su presencia era toda una lección de humildad y me preguntaba cómo servir a su causa. Les leí poemas, les canté canciones y las hice reír."


Me rodea de amor y siento que crezco, que encuentro deseos más puntuales, destinos por los que quiero luchar. Escribir sobre mujeres fuertes, artistas como ellas.

Quiero seguir leyendo pero no quiero que se termine. Quiero seguir viviendo pero no quiero que pasen los años.


03.

Actualmente no soy partidaria de marcar los libros por distintas razones:

Me gusta permitirle la solemnidad de lo impoluto a las formas de cómo eligió presentarse le autore, yo tengo mis propios espacios para desenvolverme y reproducir mis observaciones.

Por otro lado si en algún momento decido dar o regalarselo a alguien, prefiero que no esté condicionado por mis subrayados ni por mis notas; si hay algo importante, mi cerebro va a saber encontrarlo.

Por último y seguramente menos importante: lo inmaculado de lo material, de la textura con sus propias vibraciones, de sus olores, de su pureza. Es algo que no me atrevo a perturbar.

Pero el costado de algunas páginas de las memorias de Patti se me mancharon con café y, como diría ella, encontré magia en ese simbolismo, siento que no existe uno sin otro y por eso pasan la eternidad buscándose, encontrándose por todas partes en cualquier momento.

Ella viaja, yo lloro sentada en la escalera mientras la leo. Voy subiendo, estoy yendo.

No encuentro las palabras para explicarla y por eso mismo no la alcanzo, solo puedo observar y apreciar sus caminos pero suelo perderla de vista.

Mi celular sigue contando el tiempo como si la estuviera leyendo porque no sabe que escribirla es otra de las maneras que descubro de conocerla.


04.

Me prometí leer a Patti solo de día y al aire libre (si es abajo del sol mucho mejor), no se merece menos que toda esa vida que sabe compartir.

Me contagia sus pasiones con facilidad y ahora estoy llorando encima de la tumba de Genet pero nunca lo leí.

En el silencio de la tarde le prometo esa misma devoción hacia ella. La convierto en parte de mi persona.


05.

Los días se volvieron nublados porque termine el libro. Las tardes vuelven a ser prescindibles.

Cinco días tardé en leerla, cinco días tardé en enamorarme.

Patti Smith tiene 73 años, la seguí en Instagram, tiene el pelo largo recorriendo su espalda y su rostro con un color de tonos mezclados entre las cenizas y la nieve,

Buscándola la veo en un escenario de Buenos Aires con nuestro pañuelo verde, la veo sentada cantandole a mi presidente. Pienso ¿cómo puede ser que recién la haya descubierto? Y al mismo tiempo me siento afortunada de haberla encontrado.

Una serendipia es, entre tantos libros y tantas palabras, encontrar autoras que te inspiran inmediatamente, que tardan tres estrofas en convertirse favoritas.

Que te salven de un mes (y un año) tan difícil.

jueves, 23 de julio de 2020

otro 23 de julio

Hoy me escribieron una de las cartas más hermosas que recibí en mi vida.
Afuera llueve y hace frío, el día esta gris, yo pertenezco. Las temperaturas bajas me obligan a recordarme que estoy viva, que tengo sangre caliente.
Me tomo un té, respondo mensajes, escucho the 1975, escribo. Ahora tengo 22 años.
Los números quieren apoderarse de mi persona, pero yo le pertenezco a las letras.
¿Cuántos poemas encima ya llevo? ¿Cuántos haikus ya grite? La cantidad de metáforas que me quedan por vivir.
Es un día más, solo que recibí una carta hermosa que dice:
Hay una mujercita en mi corazón 
luchadora y segura
que conquista las calles
con su pañuelo verde
y sus certezas.
Hay una escritora,
una mujer a la que amo y admiro,
que escribe fuego en las hojas
y arde con las ganas de Galeano.
Eso dice esta carta, y yo me siento la persona más afortunada del mundo.
Feliz es porque me acompañan mis personas favoritas inclusive sin poder estar físicamente, pero el amor con el que me envuelve es tan trascendental y honesto que no cabe dentro de los cuerpos.
Hoy no intento apagar las llamas, les permito compartir una merienda conmigo y ellas me regalan claridad sobre las cosas.
Feliz cumpleaños para mí.

martes, 14 de julio de 2020

Manifiesto en cuarentena II

De lo que van mis cortos casi 22 años de vida, solo me drogué con LSD tres veces. Lo que no es mucho pero suficiente como para intentar escribir sobre mi experiencia personal que es fantástica aunque cabe aclarar que todo lo que tiene de bueno también lo tiene de malo.
Es curioso porque todas esas veces también fume porro, entonces me divertía mucho en mi cabeza intentando descifrar que sensación pertenecía a qué droga. Me pasaba mínimo una hora en ese debate mental. Porque ambos me despiertan los sentidos a cierto extremo que cada detalle gana su propio protagonismo, todo es más de si mismo. Pero el LSD es algo más, no te perdes solo en tu persona sino en el universo.
Parece que lo estoy vendiendo y eso es lo último que quiero hacer porque me genera un miedo y una ansiedad tremenda, solo intento explicar con los recursos literarios que me parezcan necesarios.
No sé si tengo más pensamientos que lo normal, pero si que se sienten todos con una pesadumbre y una urgencia que pareciera ser vital. Cada pensamiento de lo más simple termina siendo de vida o muerte, como si nada pudiese proseguir si yo no soluciono o comento esa circunstancia en el momento. Eso es increíble y es justamente la razón por la que mi ansiedad se vuelve tan intensa, tan pesada, que todas la veces siento que no voy a sobrevivir. A todos les pasa, pero a las personas que llevan impaciencia, tristeza o ansias encima, es mucho peor. Es una tortura. Todo parece el fin de mundo, es solo entender la existencia de las maneras más extremas.
Cada decisión es un esfuerzo descomunal, agarrar un vaso puede ser toda una travesía y exigir un trabajo que quizás te tome solo unos segundos, pero cuando estás ahí, el tiempo ya no es lineal entonces cada acción crea su propio camino y no tenes idea de cuánto puede tardar. En el proceso de evitar tener que tomar una decisión terminas dejando las palabras en el aire o te descubris con los ojos cerrados. Nada tiene sentido. El cerebro procesa y transmite de una manera muy peculiar, a veces se me ocurre que es la única manera que tenemos de vivir una ficción, o algún tipo de experiencia incorpórea, no me refiero a algo espiritual sino más bien percibir y explayar nuestros sentidos a algo más que normalmente no podemos.
Si hay algo de lo que sí soy culpable en esta vida, es de tomar mucho alcohol. Sé lo que es estar ebria en todos los niveles posibles y puedo asegurar que no se compara bajo ningún aspecto. El alcohol te atonta, te hace olvidar, te anestesia, perdes completamente el control. El LSD te despierta, te eleva a la potencia y es adrenalina hasta en las situaciones más calmas. Me acuerdo de llegar a mi casa a las ocho de la mañana y no poder dormir porque tenía el corazón latiendo como si hubiera hecho dos horas seguidas de cardio. Para nada lindo.
Lo que sé apreciar es que no te hace olvidar, a mi personalmente, me hace más consciente de lo normal. Me hace estar constantemente persiguiendo la razón en un laberinto de información que me es imposible confiar en mis sentidos. Por eso es tan difícil la movilización y hasta poder expresarme con palabras pero no porque no pueda pensar sino que al contrario es porque estoy analizando demasiadas cosas juntas. Y todo esto lo puedo escribir, justamente gracias al hecho de que son sensaciones muy fuertes que me puedo acordar perfectamente, los caminos por donde iba mi mente, los problemas que me hacía y las soluciones que buscaba. Me acuerdo de todo.
Cuando estábamos caminando alrededor del rosedal con Leo. Era infinito. Todo alrededor era permanentemente igual (y desenfocado) entonces fue como estar intentando avanzar encima de una cinta eléctrica. Me es imposible explicarlo en palabras, solo puedo decir que después de eso puedo darme cuenta claramente como la mayoría de los artistas, muchos de los pintores famosos, estaban increíblemente drogados cuando hacían sus obras. Hay también muchas canciones y videos que no logro comprender si fueron hechos para gente bajo los efectos de estupefacientes (ignorando el hecho de que los autores probablemente sean drogadictos como prácticamente todas las personas públicas) o también esta la clara posibilidad de que simplemente todo parezca mejor, más rico, más bueno, más divertido y por eso se siente especial. No importa mucho igual.
Lo más irreal que llegue a concebir fue viajando en el colectivo. En sí decirlo ya me parece bastante increíble que una situación tan mundana se me haya hecho algo tan excepcional. Yo estaba en mi asiento pero sin embargo se sentía como si no tuviera cuerpo, me miraba las manos pero no las entendía como mías, era en realidad como si mi cuerpo tuviera seis manos entonces yo no sabía que músculo mover para controlar esas que yo estaba viendo. Entonces deje de intentar percibir mi corporalidad. Por otra parte mi oído no cuenta porque solo escuchaba o prestaba atención a mis propios pensamientos. Lo más loco era intentar descifrar que estaba pasando en la ventana como que el mundo había perdido por completo su forma, como si lo que pasara en frente mío eran imágenes en 3D que yo intentaba enfocar pero que nada tenía limites entonces era casi imposible entender el panorama, solo podía rescatar pequeños fragmentos para mantenerme ubicada en tiempo y espacio. Querer explicarlo me deja como una desquiciada total por eso todos los drogadictos hacen pintura, música o ficción. Los únicos que hacían ensayos existenciales y sensitivos al respecto eran los filósofos pero por eso mismo nadie los toma en serio.
Yo tengo la necesidad de querer controlar todo y por eso hago el análisis de cada puta cosa que pasa en mi vida, pero en realidad no es importante.
Creo que si se da en optimas condiciones puede ser un viaje literalmente extraordinario que te lleve a lugares copados e interesantes.
Si bien me parece de las experiencias más reales por ser tan sensorial y tan entretenido, placentero en todo lo que es bueno. En mi personalidad también es abrumador y sofocante.
El ying y el yang. No se puede todo.

*Aclaración de que esto no fue escrito bajo los efectos de ningún estupefaciente que altere mis sentidos.

domingo, 12 de julio de 2020

Si tuviera plata la gastaría en poesía 
porque necesito ese abrazo de amor sincero y desinteresado.
Flor me mandó un fernet de su parte,
y ese fernet es como Flor
porque me alegra,
me hace bailar
y olvidarme de todo lo que duele.
Pero el fernet se termina,
Flor no está
y el invierno sigue siendo completamente devastador con mi cuerpo triste y vacío.

lunes, 29 de junio de 2020

Frases que escuche esta semana

- No nos ponemos tristes porque llueve. En realidad, llueve porque estás triste.
- Cuando murió mi perrita, Romina no sabes cómo estaba, no quería ni comer, yo le decía "Dale, tenes que comer, sos mi hija y me vas a hacer caso". Ella me gritaba "¡Y ella era mi hija!"
- ¿Cómo esta Casti?
- Más allá de lo que pueda haber hecho yo, él está acá porque tiene ganas de vivir, él y su fuerza.
- Me da mucha impotencia estar lejos y no poder ayudar.
-"Yo por ustedes haría lo que sea"
-Vamos a hacer todo lo posible para que él no sufra.
- Acá estamos todos rezándole a San Roque.
- ¿Qué te pasa mi negro? Decinos así te podemos ayudar.
- "Cuida a tu mamá, ella es fuerte, nunca muestra debilidad, pero ahora se nota que esta pasando mal"
- ¡Hijo, fíjate, no está respirando bien!
- No podemos esperar más.
- Es la primera vez en toda su vida que duerme lejos de nosotros, mira si piensa que lo abandonamos.
- Con amor y paciencia lo vamos a cuidar.
- "No puede ser, ayer salvé a un perro que ya le había dejado de latir el corazón. Y él, que llego caminando ¡Y hasta me mordió! No puede ser que no lo podamos curar."
- Yo solo quiero que mi perrito este bien.
- Somos nosotros cuatro contra el mundo.
- Te amo con la vida mi negro hermoso.
- "Ya sé que están todos nerviosos, pero tienen que tranquilizarse porque él se da cuenta"
- No nos alcanza.
- Él es fuerte, resiste y resiste.
- ¡Dale Casti, tenes que ponerte bien!
- Y ella la miraba a Gala, que ya no se podía ni parar, se enojaba, le gritaba "¡Levantate, dale, si vos podes!", pero mi perrita estaba en las últimas.
- Que sea lo que Dios quiera.
Y en el silencio de la noche, cuando nadie nos vigila, yo le confieso "No tome muchas buenas decisiones en mi vida, pero haberte traído a casa siempre va a ser la mejor. No tengo miedo de dejarte ir, bebé, tengo miedo de dejarte sufrir."

domingo, 28 de junio de 2020

14.00 hs
Fue una semana difícil.
Días grises, casi negros, nubes de cenizas, temperaturas frías, vientos desgarradores. Imposible descansar o estar tranquilos, con tanta tormenta acechando.
Ahora mejoro, el sol nos abraza, caminamos por el patio porque los días así hay que saborearlos. Hoy (él) esta lindo.
Lo que me da la certeza que Castiel controla el clima, aunque más correcto sería decir que están intensamente conectados, una conexión inquebrantable, una relación ligada a las mismas alegrías y dolencias; una unión en la salud y en la enfermedad.
Por eso, es de fundamental importancia, cueste lo que cueste, salvarlo, porque de eso depende la supervivencia del resto del mundo.


21.00 hs
Las noches de invierno son despiadadas. No le importa congelarnos, despedazarnos, destruirnos. Es inmune a todo el esfuerzo que le pueda poner la estufa para calentarnos un ratito.
El frío me tiene paralizada y me inunda de tristeza.
Que dolor cuando tu propia casa no se siente segura.
Anoche, cuando recién pude hablar, comentamos con Flor "Esta siendo el fin del mundo más estresante y largo que se pueda imaginar, Dios eligió una tortura lenta para la humanidad"
Estas horas nos lastiman mucho, desde ya sé que nadie va a poder dormir.
Otra noche apocalíptica, otras incertidumbres que alimentar.

martes, 23 de junio de 2020

Pablo nos dijo que escribamos una carta de amor como si estuviéramos parados en un edificio que se esta prendiendo fuego, con nuestra más sincera y pura honestidad, con el corazón en la mano.
Creí que no podía hacerlo real, porque no estoy enamorada.
Sin embargo, ahora vos sos el que esta en llamas y yo me estoy consumiendo.
Siento que tu vida se me va si te pierdo un segundo de vista. 
No puedo pensar en otra cosa porque no existe algo más que no seas vos.
Te extraño, volvé a mí.
Todavía nos quedan muchas historias por contar.

miércoles, 17 de junio de 2020

Sobre mi Reina y mi Dios


Sentadas en la mesa, almorzando con mi mamá a las tres de la tarde, mientras corta la milanesa, de la nada (o desde sus profundidades que desconozco); comienza a murmurar sus pensamientos, mezclando la actualidad con sus recuerdos, las noticias del día con su pasado, superponiendo los tiempos con un nivel de narración que yo estoy muy lejos de dominar.
"Hay gente que la está pasando muy mal, nosotros, gracias a Dios, estamos bien", habla sin mirarme, lo que me hace cuestionar si verdaderamente me está hablando a mí, o solo estoy presente en uno de los viajes a través de su mente "Cuando vivíamos en el hotel y no teníamos nada, Monica me compartía de su comida para darle a ustedes; yo me pasaba días sin comer, iba a la municipalidad, a casas de libros, a pedir a ver si me daban algo ¡Y me daban eh!" Contaba con naturalidad, tranquila, solo mencionando una más de las tantas historias que lleva hace años sobre su cuerpo, sobre su historia, dónde cada vez que revela algo pareciera ser que menos sabemos.
Pensé en mi infancia, en las cosas que me inventaba a mí misma para jugar, que ese conventillo era mi castillo, que yo era la reina de todo: de ese baño que compartíamos entre diez personas, de la cocina también, de esos pasillos, de las paredes con humedad, de cada escalón, de la piecita diminuta donde dormíamos los cuatro.
"Yo nunca me di cuenta de todo eso" le respondí, le confesé a mi mamá, para que sepa, al menos ahora, que esa batalla la había ganado. Que sus hijos nunca se fueron a dormir con la panza vacía ni con el corazón triste.
Ella me mira y se ríe, como recién notando que yo la estaba escuchando, como si yo le hubiera dicho que me acababa de enterar que Papá Noel nunca existió.
"Uno puede aguantarse el hambre" me dice "Pero a los chicos ¿cómo le explicas que no tenes nada para darle de comer?"
Me abraza un amor inconmensurable por esta mujer. "Ahora estamos acá má, mira todo lo que conseguiste, tenemos nuestra casa, nuestras cosas, nuestros perros" eso le respondí, pero quería decirle: Silvia, este es tu castillo, realmente tuyo, el que te ganaste venciendo a todos los dragones que te pusieron en el camino. Este es tu palacio, ya hiciste suficiente y ahora nos toca a nosotros luchar por vos.
Mi mamá asiente y sigue mirando el celular distrayéndose con el primer vídeo que le aparezca en el inicio. Ella tiene otras preocupaciones, otra manera de entender la vida, lo cual me parece perfecto, porque esta realidad no merece su pena.
De lo poco que recuerdo de cuando era chica, hay una situación que todavía me atormenta y me hace ruido aunque hayan pasado años, quizás recién ahora empiezo a entender lo que representa y por qué mi cabeza no me lo permite olvidar.
En esos tiempos, que yo debía tener siete años como mucho, alejadísima de entender el concepto de la plata o la pobreza, o siquiera de la realidad. Solo escuchaba hablar a mis papás de todo lo que nos faltaba, lo que nunca nos alcanzaba, a lo que nunca llegábamos. Yo no sabía a qué se referían, pero entendía que teníamos nuestros límites, nuestros imposibles.
Con todos mis dotes de actriz, mi imaginación para crear dramas (desde siempre). Un día subí a jugar con mi vecina Dalma, digo subir porque la pieza dónde ella vivía con su familia estaba en la terraza, lo que yo en ese momento envidiaba porque significaba que toda esa parte de arriba era su patio. En fin, reitero que tengo muy mala memoria para todo lo que me haya ocurrido antes de los diez años; pero justamente de este momento recuerdo perfectamente el escalón donde estábamos sentadas, increíblemente no recuerdo ninguna de mis palabras pero si el lugar. No sé qué le dije, le conté que en mi "casa" las cosas estaban complicadas, creo que inventé que mi mamá se había quedado sin trabajo pero puede ser que eso haya sido verdad.
Quizás el pensamiento común es que no se puede juzgar a una nena por inventar una historia pero todavía esa escena me avergüenza rememorando dentro de mi mente, que se sentía como estar improvisando, todo lo que estaba diciendo era ficticio para mí, ni siquiera estaba triste, solo estaba probando los límites de mi actuación.
Evidentemente fui lo suficientemente convincente para que Dalma se lo cuente a su mamá, y esta otra mujer maravillosa, me dio media docena de huevos y plata, no sé si era mucha o poca porque yo no sabía ni contar. Pero sin pensarlo mucho, me dio todo eso para que yo lleve a mi casa.
Aparece en mi mente la imagen de una bolsa gigantesca (al menos basada en mi perspectiva a esa edad), llena de juguetes, pero ahora no puedo descifrar si fue también algo que me dieron o cosas que yo regale, no importa mucho porque cuando llegue a la puerta mi mamá obviamente me mandó  a devolver todo de inmediato.
Ahí está la angustia más inmensa que me trae esa situación, quizás por esto mi mente no me lo permite perdonar aunque haya pasado tanto tiempo y ni siquiera tuviera dimensión de lo que estaba pasando. Pero al volver a mi casa, con todas esas cosas en la mano, encontré verdadera tristeza en los ojos de mi mamá, era tan cruda y real que me largue a llorar a penas la vi, ella no me había dicho ni una palabra pero yo me sentía como la peor persona del mundo.
Ahora que crecí recién puedo entender que en su mirada encontré dolor, dolor que le daba que su hija haya notada esa falta, esos problemas internos. Ella creyó que yo estaba pasando tanta hambre que tuve que ir a pedirle comida a la vecina. Esa vergüenza que sintió en ese momento, todavía la persigue hasta días como hoy, cuando sigue levantándose día tras día para que no nos falte nada, aunque haya una pandemia, aunque sea el maldito fin del mundo, ella sigue.
Es uno de los pocos recuerdos que me quedan, que el tiempo no logro deshacer de mis huesos, de mi cuerpo, de quién soy.
También en ese mismo hotel yo rezaba, mirando al cielo, cuando ni siquiera entendía qué estaba haciendo, solo murmuraba "Dios: si existís, quiero que me lo demuestres. Danos una casa grande donde entre toda mi familia, un árbol de Navidad que sea alto hasta el techo y, por favor Diosito, que mi papá deje de estar borracho, te prometo que me voy a portar bien para siempre."
Parece irónico porque el tiempo pasó, nos pudimos mudar, yo tome la comunión, nos regalaron un árbol gigante, no vi nunca más a Dalma, deje de creer en Dios y en una experiencia cercana a la muerte, mi papá finalmente dejo el alcohol.
Quizás, algún día de estos, al menos por compromiso, junte las manos y mirando a las nubes le susurre a Dios sobre todos los agradecimientos que todavía le debo.
Espero que me sepa perdonar por todas las iglesias que queme por mi libertad, que sepa que crecí pero además de pedir, ahora también lucho y milito por nuestra clase social.

martes, 16 de junio de 2020

Sueños



Recostado sobre el tejado de madera, manteniendo el equilibrio entre el techo y el abismo, entre el sueño y la realidad. Dormita pensando en el cuerpo humano, como todas las noches.
Las cabezas le parecen innecesariamente grandes, algunas son tan inmensas que no logran pasar por las ventanas en las que él suele escabullirse, ese era un problema.
Pero el resto de la anatomía era admirable, la longitud de los brazos y como terminaban en pequeñas garras de piel que le otorga el magnifico poder de tocar, sentir las texturas de la hojas de los árboles y el frío desliz del agua corriendo entre la manos. Obviamente se puede dominar el mundo cuando tenes en las articulaciones la suficiente virtud para sostener cualquier cosa que desees, desde un vegetal enterrado hondamente en el suelo hasta cualquier pez nadando en lo más profundo del océano. Inclusive hasta el más sencillo elemento posee la potencialidad de convertirse en una herramienta cuando podes modificar estructuras y cambiar formas a tu conveniencia.
Pero lo que más lo maravillaba era esa composición de patas. Porque en simplicidad eran solo dos, como las de él, pero con una fuerza imponente para mantener erguido el resto del cuerpo, como si fueran una burla a la gravedad, manteniendo a todo su ser recto y alto, cada vez más, creciendo hacia las nubes. Otorgándole a los ojos una vista casi infinita sin siquiera tener que moverse.
Se imaginaba caminando en la playa, al borde del mar donde las olas morían en sus pies, parado en el límite de los colores. Como si cada estímulo existente fuese creado para él, la aspereza de la arena mezclada con la espuma del agua salda, el viento siendo absorbido directamente por la piel que intenta inútilmente combatir el imperio del sol que domina sobre todo este cielo.
Una gota en la cabeza lo despertó, se levantó sobresaltado.
La realidad le cayó de repente en forma de lluvia punzante queriendo atravesarle las plumas, otro día siendo un pájaro, cansado de tener que huir de la sublime naturaleza en vez de poder admirarla, abrió sus alas y rápidamente fue en busca de un techo en dónde resguardarse.
Justo en la ventana debajo de ese mismo tejado, un hombre dormido soñaba por tercera vez consecutiva que saltando a un abismo insondable en vez de encontrar la muerte, descubría el poder de volar.

*Actividad a distancia (13), Sueños. Enviado a Pablo.

lunes, 25 de mayo de 2020

Detrás del espejo,
hecho por agua de luna,
susurró el cuarto deseo.
Nada.
El lector, invisible,
le respondió
"Aquí dentro siempre llueve,
la vida está en otra parte"



*Actividad a distancia (10), enviado a Pablo.

martes, 19 de mayo de 2020

Big Bang

Para no ser esclavos y mártires del Tiempo,
Embriagaos,
Embriagaos sin cesar.
De vino, de poesía o de virtud; de lo que queráis. -  Charles Baudelaire

Desde que somos chicos encontramos cierto asombro abrumador en la magia. En observar aquellos trucos que se ven tan reales y a su vez, inexplicables.
Cuando crecemos, nos volvemos más apáticos a las sorpresas y lo inesperado, entonces nos la pasamos tratando de descifrar el truco y desenmascarar al mago para poder vislumbrarlo con su humanidad que lo posiciona en nuestro mismo nivel mundano.
Cuanto más conocemos menos nos dejamos sorprender por lo que nos rodea, lo normalizamos.
La literatura me abre la puerta a un mundo tan vasto y versátil, que me es imposible entender el truco, entonces vuelvo a mi niñez, aprendo y me encuentro con una epifanía en cada paso que doy.
Hace siete años cuando caí en esta realidad, lo primero que llamó mi atención (y lo que todavía no logro entender en su magnitud) es la existencia de las palabras. Para explicar a qué me refiero necesito que nos alejemos todo lo posible de lo que conocemos de la literatura para poder analizarla de una manera mucho más general.
El mecanismo de que estos símbolos, que nosotros llamamos letras, encajen con otras para formar palabras, o sea un concepto donde cualquiera que sepa entenderlas genere la misma imagen en su mente, un lenguaje tan universal que mencionando una palabra todos pensemos en lo mismo.
A su vez, juntándolas, la literatura escala a otra dimensión, genera su propio tiempo-espacio donde se crea una oración, que te cuenta una acción, un pensamiento; ya no es solo una cosa, es todo un momento.
Empezando por ahí ya parece una locura. Pero después, como si fuera poco, nos encontramos con textos. Historias enteras que nos cuentan algo, pero que cada lector interpreta e imagina de forma distinta en su propia cabeza. Un universo infinito de posibilidades.
A partir de toda esta explicación pareciera absurdo tener que aclarar de dónde proviene mi amor por esta entidad que no me permite aburrirme ni dejar de asombrarme con mi realidad.
Pero para cerrar con una idea sencilla, yo escribo porque reconozco como una droga personal el sentimiento que me produce verme saliendo en modo de tinta de una lapicera y marcar por siempre un papel en blanco, perpetuar una idea, darle una forma física a todo lo abstracto que me recorre.
Como dijo Capote sobre la gran  “diferencia entre escribir bien y el verdadero arte” hay un abismo, ese que puede cruzar solo aquel que siga creyendo ciegamente en la magia.


*Texto enviado a Pablo (Cosmogonía)

sábado, 16 de mayo de 2020

Pablo nos pide que escribamos sobre el origen de nuestra escritura, dónde nació, a partir de qué, o la forma que tiene, o cuál es su objetivo.
Me parece un concepto tan enriquecedor y hermoso, pero estoy en blanco.
¿Dónde termino yo y empieza mi literatura? ¿Es mi herramienta o mi dueña?
Lo único que puedo pensar ahora es en lo agradecida que estoy de que forme parte de mi vida, al menos para que estas lágrimas no se desvanezcan en el olvido, sino que tengan su propio sabor, su propio peso, su propio sentido.

martes, 5 de mayo de 2020

III. Una carta a todas las que me curaron el corazón

Leyendo un texto de Valentín que termina con un "A veces las despedidas también pueden ser bellísimas", pensé en todos mis finales, y en cómo ninguno de ellos pareciera tener un desenlace poético, mucho menos uno resolutivo.
Termine dándome cuenta que esas relaciones, evidentemente, no fueron correspondidas, pero al final de todo, el verdadero amor siempre estuvo para mí, para sostenerme, para levantarme.
Mi primera relación fue la más dolorosa, principalmente por la inexperiencia pero también fue muy agresiva. Me acuerdo de salir del colegio corriendo para que mi ex no me vea llorar, y como a la vuelta de la esquina siempre estaban Fiorella y Nicole esperándome, abrazándome. Esa es mi increíble suerte, tenerlas a ellas dos al lado mío, cada una sostenía una mitad de mi corazón, no dejaron que se caiga, no dejaron que se rompa.
Mi segunda relación fue larga, tuve muchas caídas, me costaba infinidades avanzar. Y todas las veces, llegaba a la casa de Flor, rendida, sin voz, con los ojos rojos; ella lo sabía, no me preguntaba nada al respecto, me miraba, me prepara unos mates y se sentaba en el solcito a cantarme canciones. Florencia sabe curarme con su simple existencia. Me permitía llorar por todo el tiempo que yo necesitara, no me cuestionaba, no me interrumpía "como quién aparece en medio del llanto/ y en vez de secarte las lágrimas/ te deja llorar/ hasta que terminas, / y así poder seguir viviendo."* Cuando yo me sentía mejor, ella se sentaba en el borde de la cama, y me leía poesía. (Y cada vez que lo recuerdo, me siento más abrumada de amor que nunca).
Cuando termine esa relación, no volví a mi casa porque no tenía suficientes fuerzas para caer en mi realidad. Fui al segundo hogar que conozco, Luciana. Eran las doce de la noche, a ella no le importaba, siempre me abre la puerta, no importa en qué momento yo vaya. Saludo a Pelusa, le grito a Alejandra que ya llegue y me acuesto en el sillón. Luli me escucha, me abraza y me entiende mejor que nadie (A veces me pregunto dónde estuvo todo este tiempo). Creía que a esta altura de la vida ya no se encontraban amigas así, pero tuve la inmensa suerte de conocerla. Se sienta al lado mío, pone Friends, yo me acurruco a su brazo y el mundo ya no duele tanto.
Cuando deje de hablar con el último chico que salí, ya había aprendido tanto que ni permití que me lastimara. Obviamente fue chocante, pero nada parecía tan catastrófico. Yo sabía que había amor al final de mi camino. Salí de casa, pase por el trabajo de él antes que llegara para dejarle su campera, seguí. Fui a la casa de Ludmila, nadie en la vida me recibe con tanta emoción como lo hace Donna. Nos sentamos a merendar, discutimos sobre música, películas, política, feminismo. Nos sacamos fotos, escuchamos canciones nuevas. Todo esta en orden.
La vida sigue, y a mí me acompañan mis amigas.
No le tengo miedo al futuro, ni al dolor, ni a todo lo que me espera, porque sé que las tengo a ellas.
Gracias por salvarme, una y otra vez, sin esperar nada a cambio.
Ahí esta mi amor correspondido, no necesito más.
Son el destino que siempre elijo.

*Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo - Elvira Sastre

estalló una nebulosa,
nació una galaxia,
se expandió el universo,
te besé.

lunes, 4 de mayo de 2020

"Este año ya está perdido"
escuche decir en la calle
debajo de una boca tapada
una voz saliendo de la nada.
                          ¿Lo está?
(Con tanto tiempo sin tus besos,
todos los pronósticos indican que sí)

Decepcionabas directamente donde dolía. Desenterrabas diosas, derretías diademas, desafiabas destinos. Destruiste damas.


jueves, 30 de abril de 2020

Abril en Buenos Aires


El sol desfila sobre la ciudad con su narcisismo cotidiano. Se exhibe, no abandona su ego, pero busca hasta en las sombras de los edificios alguien que la nombre, que le dé el reconocimiento que se merece, que comenten sobre su poder de otorgarle colores a todo, que le agradezcan.
Pero las calles de Buenos Aires jamás le fueron tan indiferente. En el pasto, en los semáforos, en el río, en las hamacas, nadie.
El destierro de Adán y Eva, otra vez, pensó. ¿A qué tipo de desobediencia se debe ahora?
El aire del exterior es más puro pero frío, no por su temperatura, sino su lejanía, su gusto peligroso, con sabor a falsa libertad y la espesura de todos los miedos.
Quieren respirarlo para sentir que su presencia en el mundo no es tan finita, tan sumisa, tan limitante.
Pero su Dios, o su ciencia, o el poder equivalente a estos dos, los sitúan en su insignificancia, los esconde de todo lo que crearon. Ahora saben lo que se siente ser traicionados por sus propios fundamentos, sometidos por sus manos, por su composición.
En las avenidas las fuerzas de seguridad no le permiten pasar a los autos, pero existen demonios capaces de abrirse camino en silencio, sin identificación, puede entrar donde deseen, hasta sin consentimiento, casi como el espíritu santo. Las barreras no son un obstáculo cuando la oscuridad puede tomar cualquier forma, la de ese auto, la de ese anillo, la de esa voz, la de Adán.
Algunos caen en la tentación, todos están pagando por los pecados de otros, de sus antepasados, o por los suyos. Son demasiados.
El exilio busca sanarlos, mejorarlos. Se confunden, entienden todo al revés. Se desvanecen, pierden equilibrio, se convierten en serpientes.
La fina línea del bien y el mal pierde nitidez por falta de luz.
Los rayos no atraviesan las paredes revocadas, los rezos no se escuchan, se disipan en la casa, se ahogan bajo un mismo techo.
El paraíso vacío.
El sol se vuelve a preguntar ¿Estas viva Eva? ¿Qué fue lo que hicieron esta vez?







Fotos: Nicolas Stulberg, Veronica Ruiz y Walter Carrera

Brindábamos besos, batallábamos biblias, buscábamos botellas, bebíamos Borges. Bulliciosos bohemios.


Reseña personal : Okāsan de Mori Ponsowy

Recién termine de leer Okasan. Siento que me atravesó de muchas formas.
Es como un recorrido (un viaje, para variar) donde en diferentes momentos te sentís madre, hijo, o turista.
Diría que puede ser uno de mis libros de no ficción favoritos, pero inclusive hay un juego ahí, cuando el hijo le dice “¿tú de verdad crees que las cosas pasaron así… o sabes que estás inventando?”, que me gusto mucho porque te hace repensar los límites donde mezcla la realidad con la ficción. Por otra parte, me hace acordar mucho a mi mamá (como la gran mayoría) que tienden a exagerar todo, contar las cosas diferentes para hacerlas emocionantes hasta un punto que llegan a creérselo. También creo que tiene esa esencia de escritora, que cuenta verdades y mentiras a medias, que lleva a las situaciones y emociones a un extremo, dramatizar para darle el gustito literario.
Siento que es un libro que tiene mucha magia.
Es transversal. Es una historia de amor, que efectivamente te abraza, te da calidez, creo que es exactamente ese encanto de amor maternal que como hijos nunca logramos comprenderlo con toda su inmensidad, por eso al terminarlo se siente como algo personal, porque todos tenemos una historia singular con nuestros padres.
Y  también, al tener ventiun años como su hijo, la historia de Matias individualmente me llega de una manera especial. Su propia búsqueda, su lucha, su perseverancia. Algo ahí también hace ruido.
Queriéndolo o no, este libro te deja muchas cosas.

*Mensaje enviado a Alicia

viernes, 24 de abril de 2020

Manifiesto en cuarentena

Cómo es posible que dos metros de ADN quepan en el interior de una célula, 
o que tus pulmones, desplegados, 
abarquen una superficie del tamaño de esta misma isla 
¿Tiene sentido llevar dentro una cartografía más grande que el planeta?*

Es viernes, aunque los nombres de la semana ya fueron erosionados por la pandemia, y está lloviendo, pero hace mucho que el exterior nos es ajeno. ¿Qué importa?
Hace treinta y dos días que estamos en cuarentena obligatoria, en todo este aislamiento social, no hay nada que me abracé más fuerte y más calidamente (además que mi familia) que la literatura.
Sueno bastante repetitiva, pero cuando ya no tengo aventuras, no tengo sentimientos, no tengo palabras, no tengo amor. Siempre me queda ella.
Leí cinco libros en este pequeño intervalo de mi vida (aunque parezca una eternidad), y la única certeza que me queda, es que es admirable su manera de ser tan indiferente al tiempo y espacio que la rodea, firme, intacta, impoluta.
Pienso en mis otras pasiones. Porque amo la ciencia pero las matemáticas me son tan ajenas, tan frías, tan apáticas de mi individualidad.
Ahí entra el debate que se da hace años, pero que para mí es tan claro.
¿Ciencia o arte? te hacen elegir, como si fueran dos entes totalmente excluyentes entre sí, diferentes, intocables. No lo creo, son el ying y el yang, cada una posee una parte de la otra, quiénes pudieron tenerlas equilibradas, son todos aquellos que hoy consideramos nuestros genios.
"El álgebra sustituye números por letras para operar sin necesidad de calcular, por eso escribo." declaró Fernandez Mallo en uno sus versos. No podemos saber a qué se refería exactamente, ni que pasaba por su cabeza en ese momento (es un físico, y un poeta, la mejor catástrofe del mundo). Yo lo entiendo por el lado de la (in)justicia literaria, porque toda nuestra realidad puede ser interpretada a partir de las matemáticas, lo es, inclusive, nuestros argumentos más certeros se basan en ella ¡Cuánto le envidia la literatura! La mayoría de veces tan límitida por el lenguaje, por estos símbolos que la representan pero son finitos (no como los números). Que cerca que están los infinitos de entender la magnitud del universo, que lejos estamos nosotros, los humanos.
Inclusive así, nuestro arte, nuestro individualismo, nuestros errores, nuestra humanidad, es fundamental para seguir aprendiendo y desarrollando nuestra ciencia.
Mi hermano me dijo una vez "Que los estudiantes de medicina tengan buenas notas, no garantiza que vayan ser buenos doctores. Veo en las clases muchos que responden de memoria o se saben las respuestas de cada pregunta, pero en diagnósticos complicados, no sirve solo un libro, el doctor tiene que observar, replantearse, salir de lo habitual; tiene que saber interpretar, y eso para mí, es algún tipo de arte" Yo le creo, quizás es nuestra sangre la que aboga los mismos motivos, pero defendemos esa aleación, ese sistema de exactitud y pasión que parece ser la respuesta a todo.
El arte no le da revelaciones concisas a la ciencia, pero le da muchas herramientas.
Ambas son igual de necesarias. Gracias a ellas podemos sobrevivir a esta crisis mundial.
Y si me preguntan, el arte me nutre, me alimenta, me da vida; pero la ciencia me vio nacer, me hace crecer, me evoluciona.
Una me abraza, la otra me cuida.

"En ese paso de la fantasmal energía al trabajo concreto, 
lo que nos define."*

*Citas de Ya nadie se llamará como yo de Agustín Fernández Mallo

domingo, 29 de marzo de 2020

Mientras la transito pienso, que la poesía se escribe en silencio pero se lee en voz alta y rompiendo algo (a vos mismo, mínimo)
Pienso, qué loco se atrevería a leerla estando cuerdo (que no me entere)
Yo también quiero escribirla pero estoy vacía de amor o solo estoy completa de ella.
No siento más, no hay más.
Extraño las manos, la boca, la piel de una persona sin cara, una persona sin personalidad.
Me parece trágicamente triste.
Entonces, si no es vacío, es tristeza. No sé cuál prefiero.
Quiero escribir poesía, pero siempre fui muy mala con los números, y se nota.
Mis estrofas no se pueden separar en términos y la suma de mis versos no dan cero.
Una vez leí que los mejores filósofos eran matemáticos, pienso
¿los mejores poetas también?

miércoles, 25 de marzo de 2020

Naturaleza

Well I know when you're around 'cause I know the sound
I know the sound, of your heart.
The Sound - The 1975


Sentada mirando el paisaje, puedo jurar que todo a mi alrededor tiene tu esencia, mi ángel.
Son las tres de la tarde, siento al sol quemando mi piel como lo solía hacer tu tacto.
Veo al río correr y me recuerda a tu mente, a los vaivenes de tus pensamientos (siempre tan impredecibles) que me generan tanta curiosidad, como si las sirenas me cantaran desde allí. Sé que ahora luce tranquilo, pero cuando el agua comienza a "crecer", todo desborda, todo se pone turbio y podría jurar que adentro se encuentra el Kraken listo para devorarnos.
Me da miedo meterme demasiado profundo sin saber cual de esas criaturas va a ser la que me ahogue.
Me rodean los árboles, de diferentes tamaños y por todos lados, son como tu naturaleza, aquella que la gente no sabe apreciar, no se animan a adentrarse para descubrir las hermosas ninfas que te habitan.
Aca la flora coexiste con su fauna en un divino equilibrio que espero no romper, es mi maldita condición humana que no me deja ser solo testigo sino que siempre necesita ser protagonista.
Hay rocas gigantes, piedras por todos lados, como gárgolas vigilando los límites, manteniendo todo en orden. Las relaciono con tu fortaleza, o mejor dicho, con toda esa solidez que te gusta interpretar, esa que queres demostrar al mundo. La falsa imagen de que sos así de macizo e inquebrantable.
A lo lejos visualizo las sierras, las montañas de distintos tamaños. Pareciera estar viendo la representación de tus latidos, desparejos, a veces muy distantes que llega a asustar, otras veces, tan juntas que no se logra distinguir donde termina una y comienza la siguiente.
Arriba el azul del cielo es abrumador (como tu preciosidad), me siento en los campos Elíseos, este es mi paraíso y tu voz es Morfeo cantandome en el oído, porque jamás algo me trasmitió tanta paz como escucharte.


lunes, 23 de marzo de 2020

Nihil


 Di tu palabra y rómpete” Nietzsche


Se levantó, pero al caminar se sintió incomoda moviéndose sobre sus dos piernas, entonces apoyó sus rodillas y las dos palmas de las manos, era un animal en cuatro patas.
El calor penetraba por las paredes y por su piel, la ropa la sofocaba, era una prisión a su alrededor. Se liberó, dejo al húmedo aire recorrer su cuerpo desnudo.
Estaba hambrienta, su estómago se retorcía como si se hubiera tragado un pequeño demonio. Mirando la cocina se dio cuenta que no reconocía ningún elemento, mirándose a sí misma desconocía hasta sus manos, olvidó como se usaban los pulgares. Las ideas en su cabeza no tenían forma, eran más bien un río de pensamientos incontenibles.
Salió de su casa, se acomodó sobre sus dos piernas nuevamente, y corrió.
Era una imagen peculiar la que le ofrecía a todos aquellos que la observaban pasar, se movía rápido, demasiado quizás, pero era esa misma adrenalina de su corazón golpeándola con fuerza lo que la motivaba, poniéndose a prueba a ella misma, desafiando las leyes de la física para comprobar si verdaderamente los latidos podrían partirle el pecho. Descubrió que si abría la boca y sacaba la lengua era más fácil respirar, entonces lo hizo.
Se dirigió al que siempre fue su restaurante favorito, al que solía ir todos los viernes a la tarde a almorzar. Se acordó de la pecera que tenía el lugar, se le hizo agua la boca.
Cuando finalmente llegó, entro caminando despacio entre las mesas, los comensales la miraban atónitos mientras digerían su elaborado desayuno, nadie se animaba a interrumpirla, mucho menos enfrentarla.
Sabía exactamente lo que había venido a buscar, se movía lentamente hacia su objetivo, recuperando aire, observando a los pescados nadar tranquilamente en su pequeño mundo artificial, escépticos a su presencia y a todo el curioso escenario que ella estaba protagonizando en ese momento.
Con sus sentidos más despiertos que nunca y sus habilidades que parecían potenciadas, como si fuera la primera creación del Señor, la más genuina y pura sin toda la contaminación de la evolución sobre su ser, metió la mano en el recipiente rápidamente para poder agarrar una de esas criaturitas, lo sintió retorcerse entre sus dedos, luchar por su diminuta vida como si fuera la último que le quedara.
Logró sacarlo del agua, antes que se le escapara, antes que la detuvieran, se lo puso en la boca para masticarlo. Eso quería, saborear esa sangre agría mezclada con el agua dulce y el gusto a pescado, pero las pequeñas espinas se le clavaron en las encías, en un movimiento espontaneo y primitivo, escupió los restos en el frío piso de mármol.
A su alrededor podía percibir como las personas movían la boca, gritaban, aullaban, no entendía los sonidos, las palabras ya no tenían forma ni sentido, se había olvidado cómo funcionaba el lenguaje humano.
Al final, ella también gritó. Gritó más fuerte que todos, con un alarido casi bestial que parecía venir del origen de su existencia, una voz hecha de fuego que le quemaba la garganta. Su boca abierta de par en par, estaba virtuosamente roja, por su sangre, por la del pescado, por la de su historia.
Cerró los ojos, y se desvaneció.
No es que se haya desmayado. Sino que físicamente fue desapareciendo hasta que de su presencia no quedo más rastros que el piso sucio y los peces alborotados.
Hay pruebas, hay videos que grabaron los testigos. Se puede ver exactamente como su figura se va distorsionando con su entorno hasta que se pierden los límites de su cuerpo y después no está más, simplemente se consumió con las llamas de su voz.
Fue una noticia viral por todo el mundo, obviamente, en su barrio no se habló de otra cosa por años.
Pero como con todo, el tiempo se cobró sus deudas, hizo que los hechos fueran aceptados como ediciones mal hechas en las imágenes, su historia se volvió inverosímil, y como ella, termino disipándose en el aire.